De entre la infinidad de libros publicados por la editorial alemana Taschen posiblemente aquellos que mejor definan su exitosa filosofía sean los dedicados al diseño en general y al diseño gráfico en particular. Taschen ha sido en buena medida responsable de la educación de muchísimos aficionados al arte con recursos económicos limitados, además de convertirse en unos de los principales prescriptores y creadores de una suerte de canon en este tipo de áreas circundantes a las disciplinas artísticas clásicas.
De alguna forma este es el principal cometido de este primer volumen firmado por Jens Müller (la obra se cerrará con un segundo que se ocupe de los siguientes sesenta años y llegue hasta nuestros días) que tiene algo de aglutinador de buena parte de las disciplinas artísticas que definen al siglo XX: de la ilustración, al cine, pasando por la publicidad. Porque si algo define al diseño gráfico es precisamente su vocación de ponerse al servicio de un objetivo. En aquellos casos en que a esa intención se le suma la vocación creativa podemos hablar de arte con mayúsculas.
Y ese es el caso de buena parte de los nombres que encontramos en este grueso volumen de 480 páginas: desde los trabajos para teatros y cabaret de Alphonse Mucha, a los carteles gubernamentales animando a los ciudadanos a alistarse en el ejército, los maravillosos trabajos de Saul Bass para las películas de Hitchcok o el plano del Metro de Londres. Organizado cronológicamente, con fichas dedicadas a 61 nombres propios de la disciplina y secciones en las que se repasan los principales hitos del diseño gráfico en ese tiempo (del logo de Disney a la publicación de la primera tira de Peanuts) el libro es un viaje fascinante y repleto de ideas visuales por la historia del arte y la seducción (plástica) durante unos de los años más convulsos y creativos en la Historia de la humanidad.
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