Hijas ilegítimas
Libros / Alfredo González

Hijas ilegítimas

7 / 10
Manuel Jubera — 14-09-2016
Empresa — Bandaáparte Editores

Lo que empezó en Córdoba en el 2012 como una pequeña editorial independiente con la firme intención de dar voz en el mundo literario a todos aquellos artistas que venían de otros ámbitos, ha conseguido estar en boca de todos: desde El País a Radio 3, desde Nacho Vegas a El Niño de Elche. Como un chaval que ha crecido de forma natural e inconsciente, Bandaàparte ha pasado sin quererlo a ocupar la cabecera de la independencia editorial en menos de cuatro años.

Parece que todo ello ha coincidido con la publicación de su último título de la colección de poesía “Hijas ilegitimas”. Donde el cantante asturiano Alfredo González traza una cartografía emocional que pone contra las cuerdas a todos los suspicaces que desconfían de la relación del entre la música y la poesía.

El libro cuenta con esa habilidad inductiva que logra pasar de lo particular a lo universal; del cualquiera, al sálvese quien pueda. Y para ello, a Alfredo no le es necesario postrarse ante complejas articulaciones lingüísticas o palabros misteriosos y ajenos para todo aquel que no anda sentando cátedra. “Hijas ilegitimas” es la prueba de que a veces, basta con recurrir a unas sencillas imágenes y a un lenguaje henchido de honestidad y cercanía -de ese que tutea, de ese mismo que te golpea- para caer en la cuenta de los tremendos poderes de las palabras llanas, de las palabras francas.

El libro podríamos dividirlo en dos partes, Una primera, “Cuando éramos inmensos”, donde un pasado teñido de desasosiego se actualiza para saturar el presente. Parte que podría ser interpretada como una suerte de redención, de pelea con lo remoto, reyerta, que para aquel que no sea buen encajador, puede resultar tan catártica como dolorosa. Y una segunda, “Árboles sin hojas (capotas abiertas)”, en la que ese pasado parece diluirse y dar paso a un presente resuelto bajo la ironía, la alegría y el amor. Los versos del poema “Celebración de la constancia”, resumen esto bastante bien: “La suerte es como mi padre, / que no usa el navegador del coche/ por pereza/ pero siempre acaba llegando/ aunque tarde un poco más”.

Y es que ha sido imposible terminar el libro, y ya sea por las trazas de músico, o por haber escuchado los discos con anterioridad, y no pensar directamente en una frase del Pepito el Yeyé, el personaje de Casavella diciendo: “A mí me ha explicado que el ritmo viene de cómo eres. Así eres tú, así es el ritmo. Algo que viene antes que el compás. Porque hay gente que confunde el ritmo con el compás. A ver... Yo conozco un puñado de basca que tiene compás para dar y vender... Pero no es lo mismo”.

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