Bowie

No son pocas la páginas escritas y publicadas sobre la figura de David Bowie. En esta monografía, sin embargo, la más reciente de todas, Simon Critchley plantea un punto de vista novedoso que además abarca la obra al completo de David Robert Jones. Son apenas cien páginas escritas en tiempo récord en los últimos meses, cuando se conoce el fallecimiento del músico británico el 8 de enero de este mismo año como consecuencia de un cáncer de hígado.

Critchley, filósofo de formación, concibe estas páginas como un homenaje a la persona que, literalmente, “más placer me ha proporcionado en toda mi vida”. De hecho el músico de Londres parece inevitablemente ligado a Critchley, que reconoce haber comenzado a vivir cuando a los doce años le vio interpretar “Starman” en TV, y que con su muerte de alguna forma termina de encajar el traumático fallecimiento unos meses ates de su propia madre. Pero más que un muestrario de recuerdos y experiencias personales estas páginas son un ágil repaso a las obsesiones que se desprenden de las canciones del Duque Blanco: su papel como icono de los desarraigados y “bichos raros”; la visión distópica de “Diamond Dogs” o “It’s No Game”; la obsesión por la muerte que mucho antes de su último disco, “Blackstar”, prácticamente al principio de su carrera, ya se podía intuir en “Space Oddity”… Porque Critchley ni es crítico ni pretende actuar como tal, a pesar de que su firma sea habitual en las páginas de Guardian o The New York Times, y su pasión por casi cincuenta años de obra discográfica le lleva a proponernos un acercamiento con un mirada diferente donde cabe la entrega del fan pero también el carácter analítico que salpica el trabajo de este profesor universitario. Es su forma de profundizar en su relación con el músico y, en buena medida, la de todos nosotros.