El mundo por los pies (1988-1994)
Discos / Surfin’ Bichos

El mundo por los pies (1988-1994)

10 / 10
Fernando Fuentes — 18-08-2017
Empresa — Sony Music
Género — Pop

De necesarísimo documento panorámico (con formato de recopilatorio) o incunable o hasta de reliquia, se puede calificar este boxset -llamada "El mundo por los pies"- que reúne el extraordinario y corto (pero intenso, fascinante y doliente) legado sonoro de, sí, la banda más importante, talentosa e influyente del rock underground nacional de los primeros noventa, los albaceteños Surfin’ Bichos.

Y es que poder disfrutar -de una tacada y en CD de los seis álbumes (que también han sido reeditados en formato vinilo) –"La luz en tus entrañas" (1989), "El fotógrafo del cielo" (1991), "Hermanos carnales" -"Beverly" y "Elliot"- (1992), "Family Album I" (1993) y "El amigo de las tormentas" (1994) del grupo de Fernando Alfaro, Carlos Cuevas, José Manuel Mora, Joaquín Pascual (y José Mari Ponce)- con extras como las demos de la mítica maqueta "Primera Cebolla Sónica"; un crudo y trepidante concierto datado en 1992 en el que -en el momento más on fire de su carrera- presentaron en directo las canciones de su trabajo más redondo Hermanos carnales -que este año ha cumplido veinticinco años tocado sobre las tablas- y el delicioso documental "Buzos haciendo surf" y demás sabrosos extras -destacando un clip del grupo en formato trío allá por 1989- convierten esta entrega -más audiovisual que grafica o literaria- en un must imprescindible para todos los seguidores de la banda manchega que, desde su periférica y, sobre todo, velvética propuesta, destetó el indie español sin saberlo, y ni falta que les hizo.

Las fotos y vídeos que ilustran la caja-libro -la mayoría de ellas inéditas- y las letras de todos los temas -poesía abollada y en suspensión que sale de las mismas tripas ardientes del genio Alfaro- recogidos en este piscolabis para la eternidad, le suman, si cabe, más atractivo a un material en todo caso alucinante. Se recomienda escuchar los álbumes en orden cronológico; así los profanos entenderán mejor el asunto surfinero -léase, un viaje de redención, por una llanura agreste en llamas, sin billete de vuelta-, mientras los fieles acólitos podrán volver a disfrutar de esa evolución musical y vital hacia… ¿hace falta volver a disparar?

Finalmente, y tras destripar muy a gusto cada gramo de este merecido homenaje a la historia de una de las más felices anomalías de nuestra mejor rock -y pop, punk y hasta del proto-indie- entendemos por qué los propios Surfin’ Bichos -a pesar de la siempre apabullante petición popular y a haber celebrado hasta dos reuniones ocasionales (la última este propio 2017 con la vigente y exitosa gira de aniversario de Hermanos carnales)- no han querido volver a sacar nuevas canciones. Lo hacen por respeto propio, puesto que es casi imposible poder igualar aquello que nos brindaron años atrás.

Nada podría ya volver a calmar la sed de todos los que se engancharon a ellos, en los noventa o más tarde. Y a los –muchos- que no entendieron nada, que les sigan dando por ahí, ¿verdad Fernando? Sí, esos benditos y a la vez malditos huesos deben quedarse ahí y para siempre.

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