Este ha sido un año extraño para los fans de Will Oldham. Acabó el año pasado revisando su propio cancionero con un “Greatest Palace music” donde parecía convertirse en el mismísimo Gram Parsons para, acto seguido, entregar su disco más (con perdón) rock, “Superwolf”, acompañado por Matt Sweeney. Volvió a colaborar con medio mundo (Silver jews, Red, Alasdair Roberts, Bjork o Sage Francis entre otros) y a enfrascarse en proyectos que parecían imposibles como el disco de versiones con Tortoise de próxima aparición (apunten las versiones: Elton John, Devo, Lungfish, Bruce Springsteen, Quixotic, Minutemen,...): Pero nada de canciones nuevas.
Lo hemos escuchado disfrutar tanto exprimiendo las posibilidades de su propio personaje que casi nos olvidamos de lo que es capaz de hacernos con solo abrir la boca. Lo de olvidarnos es un decir. Y lo de preocuparse también, claro. “Summer in the southeast” es la guinda de este pastel: un directo con un repertorio de miedo absoluto (“I See A Darkness”, “All Around”, “Death To Everyone”, “I Send My Love To You” y más), intenso, eléctrico (Matt Sweeney está inmenso a la guitarra) y con una voz, la suya, que sigue doliendo y acompañando como nadie de su generación y, si me apuran, de ninguna generación.
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