Adore Life
Discos / Savages

Adore Life

8 / 10
Luis J. Menéndez — 18-01-2016
Empresa — Matador / Popstock!
Género — Rock

Desprovisto de la importancia social que tuvo hace décadas, el rock lucha contra aquella máxima de Guy Debbord: “La afirmación independiente del arte es el comienzo de su disolución”. O lo que viene a ser lo mismo, frente a un goteo constante de novedades discográficas, ¿cómo dotar de valor a una colección de canciones? ¿Qué convierte en relevante a un disco más allá de una melodía inspirada o cierta pericia instrumental? Directa o indirectamente Savages parecen haberse hecho esa pregunta al afrontar el complicado segundo disco, y la respuesta la han encontrado en una serie de nueve conciertos en diferentes escenarios de Nueva York, enfrentando a su audiencia a las nuevas canciones y pidiendo explícitamente su ayuda para tomar giros inesperados y llevar estas diez canciones por la senda correcta. Es un viaje de ida y vuelta en el que, con mayor o menor éxito, la banda pretende hacer partícipe a la audiencia del proceso creativo.

Inevitablemente el planteamiento condiciona el sonido de “Adore Life”, un álbum que en líneas generales resulta aún más abrupto y encabronado que su antecesor “Silence Yourself”, con una rocosa base rítmica protagonista y Gemma Thompson cada vez más ruidosa explorando las posibilidades de su guitarra entre acoples, ecos y distorsiones. El experimento previo junto a Bo Ningen y la devoción que el cuarteto de Londres demuestra por Swans igualmente señalan el camino de un trabajo que confirma el empoderamiento rock de Savages. Paisaje idílico para que Jehnny Beth, el icono gay más potente que ha dado la femineidad en el último lustro, convierta el álbum en una suerte de diario personal, disparando dardos aquí y allá (“Mejor no lo hagas, pero sé que podríamos dormir junt@s y todavía ser amig@s, o me volveré loca”), convirtiendo “Evil” en la nueva “Fuckers” (“Mantente católic@, mantente pragmátic@, no intentes cambiar lo que tus padres hicieron, cree todas las mentiras”) y haciendo del tema titular un canto a la ruptura de cadenas emocionales conectado a una colección de poemas de Minnie Bruce Pratt, en el que una madre abandona a su familia para entregarse al amor lésbico.

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