La asociación entre el papá de Rufus y Martha y ese pequeño tesoro ensombrecido por otros mucho menos talentosos como es Joe Henry dio sus primeros frutos en la banda sonora de “Knocked Up”.
Tras descubrir la buena química existente entre ambos y también la predisposición, derivados de la particular visión que tienen de la música, decidieron que eso no podía quedar en esa mera anécdota, que aquello tenía que ir a más. Y como al señor Wainwright le embargaba la nostalgia, rescató canciones de su primera trilogía de los setenta para llevarlos por una nueva senda. Una suerte ya que, de otro modo, nunca hubiésemos sabido de la existencia de estas canciones. Una voz serena y dulce, una guitarra que suena como los ángeles, que te atrapa con su sonido y una producción sencilla, cabal. Alucinas en colores con la desenvoltura de “Saw Your Name In The Paper”, como relata su adolescencia en “School Days”, sus jornadas etílicas en “The Drinking Song” o una vieja amistad de esas que perduran en “Old Friends”. Los más de seis minutos de epopeya final de “Man Who Couldn’t Cry” certifican que este es uno de esos discos que, por desgracia, ya no hacen.
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