The Things That We Are Made Of

Cuando un artista no olvida en ningún momento sus inicios, cuando saborea el pasado mirando al frente y lo transmite con una naturalidad desbordante, entonces, la palabra genuina o auténtica late con tanta fuerza en cada nueva creación, que se palpa a los pocos segundos de estar en contacto con ella. Y es que, aunque quedan muy atrás esas primeras tonadillas que escribía y cantaba por los garitos de Washington, Mary Chapin Carpenter sigue siendo esa artesana de canciones que tiene más presente que nunca la serenidad del eco de la voz de su madre, interpretando himnos folks en su casa de la infancia, que el resplandor de los 5 Grammys ganados a lo largo de su brillante carrera.

“The Things That We Are Made Of” es una fina lluvia de recuerdos sobre la que se fraguan nuevas historias. Elegante country-folk con una hipnótica Carpenter que desprende luz y sabiduría en cada fraseo. Comienza con la exquisita “Something Tamed Something Wild”, pieza clave del álbum que cala y reconforta a cada escucha. Mary Chapin abre una caja de zapatos llena de viejas cartas que casi podemos oler y traza un mapa en la memoria para volver a recorrer nuestros pasos, reencontrándonos con rostros que se fueron y marcaron nuestras vidas. Ese mirar por el retrovisor saboreando el rastro y disfrutando al mismo tiempo de cada nuevo paisaje, marca el rumbo y vertebra estas 11 canciones cocinadas a fuego lento que se funden en un todo, conformando un disco como los de antaño, con un entorno particular y una temática que se entrecruza en cada una de las pistas.

Gran parte de culpa de la magia que envuelve a esta obra la tiene el aclamado productor y músico Dave Cobb, que ha sabido aderezar cada composición reafirmando las raíces y aportando la uniformidad que buscaba Carpenter.
“Map Of My Heart”, “Oh Rosetta”, “The Blue Distance” o “Note On a Windshield” consolidan a Mary Chapin Carpenter como una de las mejores songwriters americanas de todos los tiempos.