Mangy Love
Discos / Cass Mccombs

Mangy Love

8 / 10
José Carlos Peña — 12-09-2016
Empresa — Anti / Pias
Género — Folk

Si el norteamericano necesitaba un disco para consagrarse, sin duda es éste. Por lo que busca y lo que consigue. Desde la sobria portada -el rostro adusto de nuestro hombre en austero blanco y negro- “Mangy Love”, primero para el sello Anti, apuesta por una colección de canciones sólida y atemporal. Probablemente la más consistente de una carrera en la que el ropaje de las canciones de Cass McCombs ha variado desde un eclecticismo que a veces podía despistar.

“Mangy Love” llega un año después del abigarrado recopilatorio “A Folk Set Apart”, y tres después del también doble “Big Wheel and Others”, que polarizó a sus fans. Lo que es más importante, depura aquí su estilo hasta convertirlo en una suerte de desnudo y suave pop folk (o folk pop) con elegantes toques souleros o incluso disco (“Cry”, “Switch”, “Opposite House”, con los coros angelicales de la revalorizada Angel Olsen), en lugar de las huellas de Velvet Underground y Lou Reed.

A Cass McCombs  también se le ha asociado con el trágicamente malogrado Elliott Smith; y la asociación se confirma con el sonido que propone el productor habitual de éste, Rob Schnapf, redondo y sin aristas, con mucho espacio y aire entre instrumentos, un poco al estilo del último The War on Drugs (demasiado mascado, diría el amigo Kozelek), sin apenas filos rockeros (el riff setentero de “Rancid Girl”, los aires New Wave de “Chinese Alley”). Las canciones se van con frecuencia por encima de los cinco minutos; son medios tiempos cocidos a fuego lento y con arreglos sutiles y preciosistas. Vehículos musicales a medida de la garganta sutil de McCombs, que no se arruga en usar un tierno falsete que no desentona (“Medusa´s Outhouse”). Y destila su personal visión sobre este mundo cruel, con elegancia, sutileza y también toques de humor.

Disco crepuscular y maduro, largo y con muchos y ricos matices a descubrir. Requiere de una paciencia al otro lado que en este día a día frenético no se suele prestar. Merece la pena intentarlo.

 

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