My Friends Are Dead
Discos / Bigott

My Friends Are Dead

8 / 10
Raúl Julián — 26-09-2016
Empresa — Grabaciones en el mar
Género — Pop

“Pavement Tree” (Grabaciones en el Mar, 14) significó, de algún modo, una ruptura con las anteriores preferencias de Bigott, apostando éste por un sonido algo más oscuro y grueso. Una maniobra con la que Borja Laudo y compañía recuperaban su mejor tono tras el inferior “Blue Jeans” (Grabaciones en el Mar, 13) publicado el año anterior.

La presente entrega tiende sin embargo hacia la tendencia opuesta, al brillar como disco continuista que ahonda con acierto y profundidad en las formas de su mencionado predecesor. En tal circunstancia influye definitivamente el hecho de que la producción del álbum recaiga de nuevo sobre Jeremy Jay, quien vuelve a sobrepasar las funciones estrictas del cargo para implicarse de lleno y tintar toda la obra con su reconocible sello. La unión de ambos músicos deriva en sinergia positiva, y deja a su paso un disco -octavo ya en la carrera del zaragozano- espléndido, donde la melodía siempre ve la luz entre bajos marcados y sombras insinuadas, logrando de este modo un atractivo contraste.

Ocho canciones y menos de veinticinco minutos de duración resultan suficientes para albergar cortes del tipo de “Hairy Moon”, “Apple Girl” o “Coming Soon”, deudores de bandas clave en el indie norteamericano de los 80 como The Feelies, Violent Femmes, Yo La Tengo o incluso los primeros R.E.M. Junto a ellos, acercamientos a formas clásicas dejan preciosidades como “Happy Flan” y “Will Anything Happen”, e incluso un himno shoegazer como el single “She Is Gone”. “My Friends Are Dead” (Grabaciones en el Mar, 16) cunde así generosamente, y de paso satisface la inmediatez imperante en la actualidad, al ir directo al grano y evitar la inclusión de relleno innecesario.

Completar ocho discos en diez años es un logro al alcance de pocos. Hacerlo repartiendo discografía entre elepés notables y sobresalientes, siempre personales y atrevidos, es un mérito sólo factible para los elegidos. Borja Laudo lleva una década demostrando esa posición al frente de Bigott, tras moldear diferentes versiones de sí mismo capaces de respetar su esencia, y aunque a veces se empeñe en disimularlo con histrionismos y parodias, lo cierto es que su genialidad es evidente.

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