Quit The Curse

La joven songwriter de Detroit Anna Burch, deja atrás sus inicios folks (Frontier Ruckus), para darse un baño pop sesentero aderezado con indie rock de los noventa, en su soleado debut en solitario Quit The Curse. Un viaje personal en nueve canciones que te atrapa en la primera escucha, obligándote automáticamente a volver a recorrer sus surcos cada vez que llega el indeseable silencio final. Una reconfortante brisa que abandona las maldiciones de relaciones fallidas, a base de riffs coloridos con toques surf y una suave voz que te cala poco a poco sin que te des cuenta.

La resplandeciente ligereza de su sonido, es bálsamo y compañero perfecto de la vulnerabilidad y carga emocional que transpiran sus letras. Luz a cada paso. De la renuncia inicial a encontrar el amor verdadero (tras uno no correspondido), en la deliciosa 2 Cool 2 Care, con una voz que seguimos a ciegas y termina por saltar en un huracán de guitarras resplandecientes, a Yeah You Know, un vaporoso canto a las incertidumbres que aparecen en una relación a distancia.

No hay tiempo para nubarrones en Quit The Curse, cada nota del álbum desprende confianza y optimismo, cada frase es un peldaño para cicatrizar heridas, ya sea riéndose de sí misma en la divertida y dolorosa Tea-Soaked Setter, con ese inicio lapidario de “Strange the you love you, an bury you underground”, o en una Come 4 a Friend en la que, por momentos, se filtra rabia por sus cuerdas vocales.

En Belle Isle se palpa la calma y nostalgia de una estrellada noche de verano, con un chispeante pedal slide al mando y la delicada voz de Burch zigzagueando a sus anchas. Los cantos de sirena siguen en la circular In Your Dreams, en la que giramos y giramos hasta despegarnos del suelo, bajo una maraña de coros y guitarras.

El último suspiro llega con With You Every Day, una montaña rusa a cámara lenta que nos muestra los fotogramas de una relación vacía, mientras la canción coge velocidad y Anna Burch estalla junto a la banda como fuegos artificiales.