Seguramente la pobre gira promocional (odian las entrevistas), el bajo contenido argumental de la mayor parte de ellas y las ínfulas de la propia crítica empeñada tres años más tarde en considerar “Moon Safari” como un hype, servirán de lastre para analizar objetivamente el cuarto trabajo de los de Versalles. Como advertencia, señalar que su nuevo trabajo entra de largo más bruscamente respecto al onírico y seminal “Moon Safari” o las alusiones ambient de sus primeros singles.
Comparable por su turbiedad con “The Virgin Suicides” -banda sonora escrita para la película homónima de Soffia Coppola-, por su relato progresivo (“Don´t Be Light”), con algunos tramos de sus conciertos, y por el buen humor (“People In The City”) con la negación de una evidencia: muchos creían que una broma pesada era inconcebible viniendo del dúo planeador. Muchos otros creerán que el nuevo disco ganará peso con el tiempo. Aunque la mayoría estarán convencidos ya de que el nuevo disco no venderá como su referencia más celebrada. Ni los unos ni los otros. Sólo un cartel subliminal que reza: el interés por lo bello ya cesó, la emoción se deja al libre albedrío y la sorpresa es lo único que vale. Sí, quizá Air piensen haber dado un nuevo vuelco al pop electrónico, y nosotros … escépticos de nosotros.
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