Vuelta al origen

Tres ediciones se cumplen del festival Contempopránea en Badajoz sin que podamos colgarle una etiqueta definida. Nació como un hermano mayor de su versión clásica en Alburquerque pero con más peso en figuras internacionales; en su segundo año tomó una deriva electrónica y contó con un referente del pop a nivel mundial como Pet Shop Boys, y en su tercer año desaparecen las bandas extranjeras del cartel y su lugar lo ocupan grandes nombres del indie nacional pero no los más de moda. Está claro que la inversión pública y de patrocinadores no ha sido la misma en esta ocasión y eso ha hecho mella en el cartel. A esto se le han sumado otros inconvenientes logísticos como la celebración de un evento deportivo en Badajoz que casi dejó sin plazas hoteleras la ciudad.

Sin embargo, la organización ha conseguido que esos detalles no desluzcan el evento: recinto limpio, barras bien atendidas, y un espacio reordenado para que, a pesar de la inevitable bajada de asistentes, en los momentos no clave no diese la sensación de medio aforo, a pesar de que eso fue lo que se había vendido.

En la primera jornada los principales ganchos eran dos grupos muy diferentes: el público asistente se dividía entre los que habían venido a ver a Amaral y los que quería disfrutar del reencuentro con Maga, que siguen celebrando su 15 aniversario haciendo como si la separación del grupo en 2014 nunca hubiera tenido lugar. En este sentido, los zaragozanos ofrecieron un concierto en el que intercalaron temas de sobra conocidos por haber estado en todas las radiofórmulas con canciones de sus últimos y menos escuchados trabajos. El público se mantuvo interesado en el espectáculo pero, hasta con sus composiciones más celebradas, un poco tímido a la hora de involucrarse.

Maga sin embargo contó con fans más entregados y además supieron escoger un repertorio con lo más granado de su carrera, lo que facilitó que el público se rindiera a sus pies. Los sevillanos no son nuevos en Contempopránea y saben que los fieles agradecen los momentos especiales; así que les regalaron dos: La participación de Noni (de Lori Meyers) y Anni B. Sweet para cantar “Silencio”, y la intervención de Zahara para interpretar “Piedraluna”.

Aunque no era uno de los nombres más destacados del cartel y a pesar de que a la hora en la que actuó el frío arreció en la Alcazaba de Badajoz, Zahara fue también uno de los platos fuertes de la noche, combinando la fuerza de los temas de su nuevo disco “Santa” y lo más reconocido de sus temas clásicos consiguió hacer vibrar al público.

En la jornada del sábado no hubo dudas sobre quiénes eran los reyes de la noche: todo el mundo estaba allí para ver a Lori Meyers. Sin duda el concierto más concurrido del festival. Los granadinos se sabían deseados y recompensaron a los asistentes con muchos de sus hits, recuperando incluso cortes de “Viaje de Estudios” y “Hostal Pimodán” que hacía tiempo que no sonaban en directo pero tampoco eran los más demandados. Un concierto que satisfizo a muchos, pero a otros les dejó un regusto extraño, como el que lleva mucho tiempo deseando probar su plato favorito pero la receta no acaba de tener el sabor esperado.

Esto hizo que el concierto de León Benavente -justo antes del de Lori Meyers- casi le quitara el puesto de mejor actuación de la jornada, ya que salieron al 110 por 100 desde el minuto cero. Abraham Boba y su banda se lanzaron al escenario con hambre de espectáculo y lo dieron: intensidad, complicidad y fuerza. Y el público les respondió desde los primeros compases hasta la explosiva “Ser brigada”.

La falta de aforo y los horarios jugaron en contra de bandas que, a pesar de todo también ofrecieron un buen show: intensos Señores y The Lost Tapes, sugerentes Christina Rosenvinge y Anni B. Sweet, brillantes y dinámicos Lua Gramer y Mayor Tom.