Transmusicales, el poder del sur
Conciertos / Rencontres Transmusicales De Rennes

Transmusicales, el poder del sur

8 / 10
Yeray S. Iborra — 08-12-2013
Empresa — Association Trans Musicales
Fecha — 08 diciembre, 2013
Sala — Varios Espacios del TransMusicales
Fotografía — Nicholas Joubard

La libreta ametrallada de nombres, el explorador loco. Decenas de Bandcamps y Soundclouds abiertos. ¿La cabeza? Como un bombo con tanto grupo nuevo. Les Rencontres Transmusicales de Rennes son como una galletita china: “¡Sorpresa!”, te grita un line-up que no admite quinielas ni apuestas. Son tan pocas las coordenadas de las bandas que lo mejor es dejarse los prejuicios encerrados en el hotel y llevar la oreja engrasada. Pese a la reducción de presupuesto, en sus tres jornadas completas, el Transmusicales se reafirma de nuevo –y ya van 35 ediciones- como una de las mejores ruletas rusas de Europa; con shows de los más variopintos estilos, nunca sabes cuándo te explotará en la cara un nuevo talento. El festival bretón es lo que Argentina al futbol europeo, una suculenta muestra promesas, lo que sonará por aquí los próximos años: cantera. Y cómo decía Molowny, a los ‘chavales’, hay que mimarlos. En Rennes tienen los medios para desplegar todo su fútbol. Que ruede el balón.

Les Rencontres sacia a melómanos y programadores de la sequía musical del invierno en el nordeste de Francia desplegando varios escenarios por la ciudad -así como exposiciones, conferencias y showcases-, pese a que la auténtica chicha la encontramos en el Parc de L’Expo. A media hora del centro, un polígono industrial alberga diferentes Halls –hangares reciclados- temáticos: Rock, músicas del mundo y electrónica, así describiría servidor, en un acercamiento algo chapuza, a los tres más grandes. Pues bien, sería el Hall 4 (el de músicas de raíz y fusión) el que daría mayor muestra de dinamismo, conexión con el público y nivel de bandas a lo largo del fin de semana.

Precisamente en este espacio abría la lata el jueves Chic Gamine con un pop-soul sin alardes y –demasiado- apoyado en el juego vocal. Sólo acabar, el público puso rumbo fijo en procesión. Y es que entre el cartel, como corresponde, hay abundante grupo francés y los locales llevan ventaja respecto al bolo que hay que ver de entre los solapes. Partiendo de esta base, se esperaba mucho de Moodoïd; más purpurina que el carnaval de Venecia, resquicios glam y gusto por la psicodelia. “Menudo cóctel, muchacho”, pensaréis. Y en el ‘mix’ anda el juego, la verdad. Pero la extravagancia también entiende de afinación, digo yo. London Grammar seguro podrían darles unas clases de cómo controlar la voz y los excesos. Los británicos enmudecieron –literalmente- el recinto como no se volvería a ver en el festival. Y es que tienen en Hannah Ried una fuerza que atraviesa bunkers. El trío dio en todo momento muestras de contención y clase con su pop de tintes grisáceos y trip hop. Uno de los futuribles, seguro. Algo noqueado debió quedar también Luke Jenner, pues no anduvo fino. Para que nos entendamos, en solitario, su espectáculo sería algo así como ‘sus’ The Rapture pero en orgánico: teclado, batería, bajo y voz. Punto. Un funkie-pop agradable que sin masilla electrónica tapando los poros, y con los insistentes silencios del bajo, adolece de empaque. Empaque, simpatía, calle –sobretodo calle- demostró en cambio una de las triunfadoras de la primera ‘journée’. La Yegros (foto superior) transportó al Hall 4 a la barriada con su show carnavalesco, bailongo y guasón basada en revisión de cumbia, música africana, tango… Mariana Yegros puso a bailar al respetable y confirmó que su paso a Europa se estaba demorando demasiado. Primera piedra del reinado del sonido latino en el festival. “Trocitos de madera”, todavía me trae la cadera loca. Mal ‘chance’ se le presentó a Bosco del Rey -ensalada de rockabilly, Strokes y maridaje de Doherty- al caer entre los tótems de la noche. El estadounidense, mirándose bastante los cordones, se defendió, sí, pero intuyo que hasta él notaba el tifón venidero de Sean ‘Har Mar Superstar’ Tillmann. Imaginen: coronilla despejada, índice de masa corporal alto, camisa de brillantina (aunque habitualmente actúa semidesnudo), chasis como el de Danny de Vito y pose de actor porno italiano de los setenta; musicalmente, mucho Lionel Richie y Prince. La petó en el pasado ATP y, a partir de ahora, veremos más a menudo sus calzoncillos, me temo. Su propuesta, dual, destaca por un lado por la clase de su voz y sus auténticos hits soul (“Prisoner”) y por otro, por su puesta en escena entregada y –pretendidamente- hortera. Quédense con el nombre.

Pese a las pocas licencias que el festival concede a las ‘estrellas’, el viernes tuvimos actuación de masas: más de diez mil personas abarrotaron el Hall 9 para ver al belga Stromae. Con mucho tirón en Francia, su electro-hip-hop dividió al público. “Il est très commercial”, relataban varios asistentes consultados. Disculpen la ausencia, pero para un servidor el interés andaba unos metros más allá, en el escenario 3: Mikhael Paskalev (Noruega), se postulaba como nuevo Jonhattan Richman con un gracejo country que alcanzó su zénit en sus momentos guitarra-voz. No reunieron a tanta gente los franceses Le Vasco, pero tampoco aspiran a ello. Lo suyo cuesta de digerir. En su vertiente más hardcoreta, rockera o electrónica, las guitarras y vientos son incendiarios. También entienden de deflagraciones –aún menos controladas, si cabe- Jacuzzy Boys. Los americanos, presentando disco homónimo, se vaciaron. Repetitivos al bajo, guitarra salvaje y batería accesoria, son garaje puro. Pelos a la cara y suela quemada. Un insuflo de energía. La adrenalina no bajaría ni un pelo ya que a continuación los colombianos Meridian Brothers asentarían las bases de una verdad que el jueves ya se intuía: el sur, Latinoamérica en este caso, tiene mucho que decir. Cortejando ritmos latinos o tropicales, alborotaron el gallinero. Servidor tuvo que hacer esfuerzo para no entrar en el pogo espontáneo que crearon; si no, esta crónica no hubiera llegado a buen puerto. Su propuesta no tuvo peros y se apoyaron en animaciones bizarras y sangrientas proyectadas en las pantallas y ‘speeches’ politizados entre canciones. Compromiso, leñe. Y de la cumbia del futuro a una revisión fiel del pasado: garaje sesentero, lo-fi y regusto psicodélico… Mozes & The First Born. Ejecución enérgica –a destacar la batería- de su álbum “I got skills”. Y de ahí directos a Melt Yourself Down que –he de confesarlo- me generaban más incertidumbre que un vuelo de Ryanair. Su mezcla entre free jazz, dance, pop y electrónica, de intrincadas baterías y vientos africanistas, derivó en un espectáculo cargado de tribalismo, un homenaje bizarro a la cuna del mundo. Nublados nos dejarían Public Service Broadcasting. Bien, ellos o el abundante humo que acumulaba la sala al final de la noche –en Francia todavía se puede fumar-. Construyendo en procesos similares al post-rock -pero con aportaciones electrónicas- y apoyados en pregrabados para las voces, los británicos cumplieron las expectativas. “Theme from PSB”, les dirá el porqué.

 

Jean-Louis Brossard, fundador y –increíblemente- único programador del festival, dice ser un “asiduo” de los festivales del norte de Europa, de ahí sale la mayoría del ganado del Trans. Pues bien, no sé si este año habría hecho guardia por Chile o el Congo, pues el festival tuvo en los parajes sureños sus principales atractivos. Tiloun, no fue excepción. Poeta con una quincena de años a la composición, su música se construye junto al juego vocal de tres músicos –siempre a varios niveles- y unas percusiones brutas pero resolutivas. Rudo, tosco –y algo rústico- también encaja con el perfil de Daughn Gibson. Hombre de carretera, corpulento -de patrón Action Man-, nadie diría que tras tanta fibra se esconde un ‘crooner’ con timbre cercano a Nick Cave capaz de bellezas de pop electrónico como “In the beginning”, que en directo no dio la talla por la frialdad de los midi. Pese a lo heterogéneo del público a lo largo del festival, sólo los más mozos se acercaron a Tiger & Woods. Se entiende por zapatilleros. Tras el italo-disco de los italianos, a escena The Midnight Beast. ¿Músicos o humoristas? Ustedes juzgan, pero sin duda ofrecieron el show más ecléctico, con imitaciones a ‘boys bands’, ‘crews’… Tocaron todos los palos de la música para adolescentes, sí. Pero con ellos, como mínimo, no nos aburrimos. No cómo con Superets, unos The Hives a la francesa que no demostraron ni la mitad de garbo que el trío sueco. Y del hastío, de nuevo al boquiabiertismo (deporte oficial en Les Rencontres). Lonnie Holley tuvo que lidiar con un horario –la una pasadas- funesto para su propuesta y un público que, comprensiblemente, reclamaba acción. Pero de eso no gasta el afroamericano, que a sus 63 años, ha hecho de la pintura y la escultura libres –con objetos reciclados- su legado. Con el mismo ‘modus operandi’ trabaja la música: ¡improvisación al poder! Y de la magia de la espontaneidad a una muestra de rigidez y duplicidades: Kid Karate beben tanto de Black Keys que incluso se emborrachan por falta de argumentos. Lineales. Y vuelta a las muestras de diálogo entre África y Europa: Ibibio Sound Machine dando una vuelta de tuerca al funk o al disco, todo con matices afro, serían la enésima muestra de cómo el mestizaje, entre música de raíz y electro, tuvo ‘siempre’ la llave de la noche, el baile… y -está por ver- si del mercado europeo. El diálogo entre ‘sures’ lo cerraría Gang Do Eletro (en la foto).  Antes A Tribe Call Red y sus sesiones de hits -incluido Major Lazer- serían cómplices de la apoteosis a la que llevarían los brasileños el –bendito- Hall 4 con su “electromelody”: sampleados con sabor a cumbia, fado o reggaetón y una frontwoman capaz de un ‘opening’ de telenovela o una mofa de Daft Punk –con máscara y luces-. Punto y final a una edición que pide a gritos incorporar keytars, rayadores, tambores y tamboras entre los line-ups europeos.

2 comentarios
  1. Pues no se puede fumar mas en Francia ;). En los halls de Las trans la gente lo hace pero no es lo mismo en los conciertos y bares de la ciudad y del pais !

  2. Mira la verdad es que no pude ir pero leyendo este fabuloso articulo es que parece que lo he vivido.... FELICITO CALUROSAMENTE al autor!!!
    Hasta la proxima en el metro quizas

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