The Ex, pura química
Conciertos / The Ex

The Ex, pura química

9 / 10
José Carlos Peña — 20-10-2016
Empresa — Giradiscos
Fecha — 13 octubre, 2016
Sala — Moby Dick, Madrid
Fotografía — Mariano Regidor

Lo que verdaderamente distingue los buenos grupos de los excepcionales no son las habilidades instrumentales de cada músico ni otras variables más o menos tangibles, sino la química que se genera entre sus componentes cada vez que se suben a un escenario o en el local de ensayo.

Cómo cada instrumento responde y dialoga con el otro, haciendo que el todo sea mucho mayor que las partes. Sucede con la inclasificable banda holandesa The Ex: Lo que consiguen tres guitarristas, dos voces y la batería de la enorme Katherina Bornefeld (que cumplía 55 añitos, ella misma lo dijo con una gran sonrisa) es difícil de explicar, más allá de etiquetas y géneros escurridizos que gravitan en torno a la ética del punk.

Esa magia tiene aún más mérito si tenemos en cuenta que The Ex llevan más de 1.800 conciertos a sus espaldas desde su formación en 1979, y haciéndolo todo por sí mismos -bien es cierto que Andy Moor, que se ocupa de la barítono, se incorporó en 1990 y Arnold de Boer, más recientemente, pero aún así es una cifra asombrosa-, pero siguen tocando como si fuera la primera vez (o la última). Algunos habíamos contenido la respiración ante la radical reforma de una de las salas que garantizan mejor sonido de la ciudad, pero afortunadamente, la acústica de Moby Dick sigue siendo excelente.

La química de The Ex se percibe en cada momento desde que salen del camerino: Es difícil ver a cuatro músicos que disfruten tanto sobre el escenario, y de paso hagan gozar al personal con su rock anguloso, disonante y deconstruido que, sin embargo, carece de un ápice de esnobismo. A estas alturas, hacer música diferente y difícilmente clasificable, pero a la vez totalmente disfrutable y de escala humana, sin dárselas de salvadores del rock sino todo lo contrario, desde la normalidad, es casi milagroso.

Hay algo casi físico en el entrelazado de guitarras de Terry Hessels, De Boer y Moor, los patrones obsesivos y originales de Katrina y sus melodías vocales. No es de extrañar que bandas como Shellac o Sonic Youth se hayan visto también fascinadas por los de Amsterdam: Todo parece surgir en el momento, pero a la vez los instrumentos dialogan a cada instante y se engarzan como en un mecanismo de relojería de una belleza por momentos apabullante. Concierto conciso, pero de enorme intensidad, que recogió algunos de los “clásicos”, tres bises, y todo el mundo contento. Los holandeses dejaron el escenario como si tal cosa. Los asistentes sabíamos que sí había pasado, y por eso se abalanzaron a comprar discos, para llevarse a casa un trocito físico de esa rara magia.

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