Soleá Morente, luz divina
Conciertos / Soleá Morente Y Los Evangelistas

Soleá Morente, luz divina

8 / 10
Eduardo Tébar — 28-06-2013
Sala — El Tren
Fotografía — Arturo García

La imagen de los brazos en alza de Aurora Carbonell, viuda de Enrique Morente, entregada al clímax melismático de su hija menor en ‘Dormidos’ –esa seguiriya con pespuntes de “Omega”– resume la magia de una noche especial. Dos años después de aquel homenaje en fase experimental en el Sacromonte, Los Evangelistas presentaron por fin en casa su proyecto morentino. Muy lejos del Generalife –donde pretendían plantar velas e incienso originalmente–, en las hechuras rockeras de la sala El Tren. Más de medio millar de fieles llenaron el recinto. La familia al completo: hasta Javier Liñán y el mezclador Martin Glover ‘Youth’, bajista de Killing Joke, acudieron a la cita. Y el resultado fue casi impecable. Sin duda, el mejor concierto de la banda hasta la fecha.

Ambiente celebrativo. Las liturgias compungidas de hace un tiempo han tomado brillo y fuerza melódica con la integración de Soleá Morente, cómoda en el papel de protagonista con el colchón de J, Antonio Arias, Florent, Eric Jiménez y los teclados de J.J. Machuca. Anoche, en lo que a todas luces representó su bautismo artístico, la filóloga de la estirpe ayudó a reedificar el repertorio, más cercano al dream-pop del reciente epé, “Encuentro”. “Hay una búsqueda y hay un encuentro”, explicaba Arias. La voz de Soleá funcionó con el ensamble secundario de J. Y la psicodelia expansiva, impulsada por el baqueteo de Eric, pertrecha estancias de lujo para la literatura de un repertorio que es un pozo sin fondo.

Sublime la revisión de Manuel Machado en ‘Yo, poeta decadente’. Momento bandera en ‘La estrella’. Solemne abigarramiento liségico en piezas como ‘Decadencia’ o ‘Encima de las corrientes’. Los guiños a San Juan de la Cruz también afloraron en la inédita ‘Un pastorcito’, con teclado mecedor y reminiscencias de los últimos Lagartija Nick. Por su parte, Soleá –cosas del duende congénito– se pone flamenca sin querer ser flamenca. Quizá, esa tierra de nadie, o de todos, hace de Los Evangelistas una gloriosa rara avis con mucho truco y cátedra aprendida. Ya sea en composiciones electrizantes como ‘El loco’ o en la rotunda ‘Malagueña de la Trini’. Morente sigue teniendo mensaje y discípulos.

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