Había expectación por ver a Skunk Ananasie en Pamplona. No sucede a menudo que una banda de semejante calibre incluya la capital navarra entre las fechas de su gira, y el público respondió agotando las entradas con bastantes semanas de antelación.
Como en el resto de conciertos, contaron con The Pearl Harts como grupo telonero. Se trata de un dúo femenino a base de guitarra y batería. A pesar de no contar con más acompañamiento, Kirsty y Sara se bastan y se sobran para llenar de ruido el escenario. Practican una suerte de rock estruendoso, oscuro y envenenado, en el que se perciben influencias de blues, aunque interpretadas a su estrepitosa manera. Hasta ahora han editado varios singles y actualmente están a punto de publicar su primer álbum, del que tocaron varios temas, como ‘The chief’, ‘Go hard’ o ‘Hit the bottle’, el último single que han lanzado.
A las 21:30, con exquisita puntualidad, los miembros de Skunk Anansie, a excepción de su vocalista, empezaron a tocar los primeros acordes de ‘And here I stand’. Segundos más tarde, un huracán llamado Skin asoló el escenario. Ataviada con una amplia chaqueta con capucha y gafas de sol, demostró sus dotes de mando en una auténtica exhibición de saltos, giros y contoneos. Ya en esa primera canción se lanzó por encima del público, que la llevó en volandas hasta devolverla de nuevo al escenario. Lo hizo ya sin gafas ni capucha, exhibiendo su cráneo rasurado y derrochando los mismo niveles de energía en ‘Intellectualize my blackness’, otro corte de “Paranoid & Sunburnt”, aquel disco con el que sorprendieron a propios y extraños en 1995.
Y aunque aquellos tiempos del brit rock de los noventa quedan ya bastante lejanos, la banda inglesa está viviendo una más que fructífera nueva etapa tras su regreso en 2010 con “Wonderlustre”. Y precisamente a esta segunda época pertenecían las siguientes canciones, ‘Because of you’, en la que Skin presumió de tener una voz espléndida, ‘I will break you’ y la extraordinaria ‘Death to the lovers’, un medio tiempo que está entre lo más destacado de su nuevo álbum. En la misma línea solemne siguieron ‘Without you’ y ‘Victim’, también extraídas de su más reciente “Anarchytecture”.
En algunas canciones (‘Without you’ o ‘My ugly boy’), Skin se colgaba la guitarra. Fueron los únicos momentos en los que se mostró algo más tranquila; salvo en esos temas de relativa quietud, su comportamiento durante la actuación solo puede definirse como colosal, llegando a caminar por encima del público cual Iggy Pop mientras cantaba ‘That sinking feeling’. Tiene tanto carisma que no necesita de demasiado atrezzo a su alrededor, aunque en ocasiones recurre a la escenografía para acentuar su visión del espectáculo. Ese fue el caso de ‘I love someone else’, en la que Skin se vistió con una chaqueta plateada y bailó entre multitud de luces que rebotaban en ella y salían disparadas hacia el público. Y aunque a veces pueda quedar eclipsada por el brillo cegador de su vocalista, también es de justicia mencionar a la banda, que se mostró potente y sin fisuras, infalible durante todo el concierto. Y si su música es poderosa, también lo es su compromiso, llegando a definirse como antifascistas y antirracistas, y cargando contra Trump poco antes de interpretar su archiconocida ‘Yes, it’s fucking political’ y ‘Little baby swastika’, con la que cerraron el tramo principal del concierto.
Dejaron para los bises ‘Beauty is your curse’ y la sugerente ‘Tracy’s flaw’, una de las piezas más tranquilas de toda la noche, para cerrar por todo lo alto con ‘Charlie Big Potato'. Fue el colofón a un concierto excepcional; una nueva demostración de fuerza por parte de Skunk Anansie, que demostraron la plena vigencia de su discurso y su actitud sobre las tablas.
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