La satisfacción que produce otro implacable concierto de Sex Museum, repleto de riffs de guitarra atronadores, la distinción que proporciona un Hammond omnipresente y agresivo, un front-man totalmente creíble, potentes versiones de AC/DC ("Whole Lotta Rosie") y The Who ("I´m Free/Sparks") y toda la autenticidad que sólo puede transmitir quien cree en lo que hace y lo vive intensamente, contrasta con la sensación que produce escuchar a Fernando Pardo desde el escenario señalando que llevan en esto ya veinte años. No se trata de que su longevidad sea algo negativo, por supuesto, sino del hecho de que debamos asumir que difícilmente se les hará justicia ya, por lo menos fuera de algunos círculos demasiado reducidos. Una prueba más de lo poco reconocido que sigue estando su trabajo es que apenas se acercaron un centenar de almas a presenciar este arrollador directo que ahora nos ocupa. En cualquier caso, ellos se entregaron como si estuvieran ante cien mil, demostrando una vez más que entienden como nadie la esencia del hard rock setentero, el groove del garaje y la liturgia de la música en vivo.
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