Al Salda Badago! Jaialdia, esforzada iniciativa para otorgar realce a la escena euskaldun, aún le faltan varios pasos para la consolidación. Lamentablemente, y pese a lo jugoso de un cartel con ADN mayoritariamente navarro, la segunda edición del certamen registró una entrada más bien flojita: menos de un centenar de personas en el desangelado centro cultural Intxaurrondo.
The Young Wait (foto inferior) tuvo el honor de servir el primero de los tres caldos rockeros de la velada, en este caso condimentado con especias de sabrosa americana y referencias a Tom Petty, Neil Young o The Band, de quien versionaron el clásico ‘Up On Cripple Creek’. Hacía tiempo que no sabíamos nada de Fer García, que a finales de los 90 participó en Ill, una fugaz banda que hoy pocos recuerdan pero que sorprendió con un discazo de aires stoner y hardrockeros. Tres lustros después, su guitarrista se ha pasado al country folk y ha grabado un manojo de brillantes canciones compuestas en Donostia junto a Chip Kilpatrick, que no hace mucho ha regresado a su Alabama natal. Ahora es Fer quien lidera un grupo que lo tiene todo para dejar satisfecho al comensal: temas preciosos como ‘Holy Ghost (of sympathy)’ o ‘Give In’, una cuidada instrumentación y un buen equilibrio entre sosiego y arrojo musical. Por alguna razón –pudo ser una mala noche, el sonido que enterraba la voz del cantante o la necesidad de más ensayos–, en Intxaurrondo no sonaron del todo conjuntados y les faltó el necesario punch, pero no parece nada que no pueda solventarse en futuras comparecencias de un grupo al que sustancia no le falta.
El siguiente caldo lo cocinó Petti (foto inferior), una de las voces más roncas y personales que pueblan estos lares. Ejerció de chef al frente de Etxeko Uzta, superbanda cuyos pinches proceden, como él, de la fecunda Bera y cuyo nombre remite al disco homónimo publicado de 2002, del que sonaron ‘Eroriko naiz’, ‘Hitz jarioa’ y ‘Ziztak irauli’. El ilustre Joseba Irazoki introdujo matices de sofisticación y locura a la guitarra solista mientras la sección rítmica de los hermanos Telletxea no pudo sonar más acompasada en varias piezas del disco ‘On’ (2007) y de su anterior EP ‘Astirtitan’ (2014): de este rescataron ‘Suerteren bluesa’ y ‘Erramurik gabeko gauak’, ambas con textos del letrista estajanovista Harkaitz Cano, presente en la sala. Para el capítulo de versiones se reservaron la habitual ‘The Partisan’ de Leonard Cohen, con partes en euskera y francés, y el explosivo ‘Ene Begiak’ de Ruper Ordorika. Fue todo un conciertazo que confirmó a esta alineación rockera como una de las mejores y más enérgicas de Euskal Herria.
Terminada su actuación, el beratarra no abandonó el escenario y se quedó a meter horas extras con los pamploneses Balerdi Balerdi (foto de portada e inferior). De la formación original solo quedan Toño Muro a la voz y a las seis cuerdas y Sergio ‘Zara’ a la batería, pero la incorporación de la “salvaje” guitarra de Petti ha logrado que la referencial banda de power pop siga sonando poderosa pero más rockera. Así fue en incunables como ‘Hautsaren dantza’ o ‘Beti gazte’, dos de las canciones repescadas de su debut homónimo de 1991 –imperdonable la ausencia de ‘Lore Etxea’ en sus últimos directos–, y también en ‘Ez gara galdu’, ‘Philosophia’, ‘Letrak zeruan’ o ‘Non duzu zauria’; esta última fue presentada como “otra de Ruper pero más macarra”, una broma del canoso Toño acerca de la vieja canción de los Balerdi que Ordorika incluyó en su disco de versiones ‘Azukre koxkorrak’ (2013). Del álbum que les devolvió a los escenarios hace cuatro años, ‘Hegoko lautadaren ertzetik’ (2012), tocaron ‘Guduka’, ‘Bertan goxo’ e ‘Iruñean rokanrolik ez’, y además avanzaron temas del nuevo trabajo que esperan grabar en verano: ‘Galtzen ikasteko metodoa’, ‘Iruña Motor City’, ‘Amaitzear da dantza garaia’ y ‘Bi izar’, una emocionante pieza de ecos tex-mex en recuerdo de los malogrados Eskroto (Tijuana in Blue) y Josetxo Ezponda (Los Bichos). Lo del cuarteto de Pamplona fue un caldo verdaderamente reconstituyente, un chute de energía con melodías tan urgentes y contagiosas que hicieron olvidar el pinchazo de público: hubo más caldo que espectadores, sí, pero no sobró nada y algunos incluso habrían repetido.
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