Pony Bravo, noche de setas
Conciertos / Pony Bravo

Pony Bravo, noche de setas

8 / 10
Beatriz Rodríguez Ruiz — 24-11-2010
Empresa — El Rancho
Sala — Teatro Central / Sevilla
Fotografía — Rafael Marchena

Los miembros de Pony Bravo deberían estar muy satisfechos tras la excelente acogida que tuvo anoche entre el público que se acercó al sevillano Teatro Central la presentación de su segundo álbum, "Un gramo de fe" (El Rancho, 2010), todo un acontecimiento. Hay montones de razones por las que adorar a esta banda, pero la más importante es la proeza de no parecerse a nadie, de ser completamente distintos. Para que sobren las etiquetas, basta con escuchar "China da miedo" o "La rave de Dios", canciones protesta atípicas, pues combaten la opresión y la injusticia mientras nos hacen bailar. Ésa es la esencia del grupo. En su segunda entrega, han incluído temas que ya conocimos en directo durante la gira de "Si bajo de espaldas no me da miedo (y otras historias)", como "La voz del hacha" o "Ninja de fuego", su particular homenaje al clásico de Manolo Caracol, que sonaron junto a otros temas que no podían faltar, como "Noche de setas" o "Pumare-ho!", ambas basadas, según ellos mismos nos hicieron saber, en hechos reales, o la instrumental "Fullero", que rezuma cierto estilo a Fiera, el proyecto paralelo de estos ases del underground sureño. Envolviendo al escenario de un aura especial, y con un sonido nítido, contaron con la presencia de Fran Torres, que ha colaborado también en el disco, mientras los entregados y punzantes riffs de Pablo Peña contagiaban de ritmo a cada rincón del enclave. También fuimos testigos de temas señeros como "El guarda forestal", "Trinchera", "El rayo", "Sunset", o "I can see". Cambios constantes de instrumentos, en hermandad y cofradía, como se remarca en los originales diseños que Dani Alonso crea para sus portadas y carteles.
Hay tantos detalles en su potente explosión instrumental, que a la pregunta de a qué suena Pony Bravo, omitiría las manidas referencias al rock andaluz setentero, o la fusión de blues y reggae, ya que sólo cabría como respuesta "a experimentación incesante", una experimentación en la que encajan todas sus influencias hasta confeccionar el mejor de los puzzles sonoros. Su punto fuerte es que tienen algo interesante y novedoso que mostrar, como demostraron en "El campo fui yo" o "Lo más difícil del mundo ", saldando la actuación con dos bises ante la demandante insistencia, confirmando el talento que se dejaba entrever en su glorioso debut al desmembrar íntegramente en directo su nuevo trabajo, adentrándose en los sonidos más impenetrables. Y es que este pony se escapó del redil hace mucho tiempo y galopa veloz hacia donde se propone. Pánico en el bungalow.

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