Hauxe da despididia
Conciertos / Oskorri

Hauxe da despididia

8 / 10
Urko Ansa — 15-11-2015
Empresa — Federación de Ikastolas de Navarra
Fecha — 07 noviembre, 2015
Sala — Auditorio Baluarte
Fotografía — Javier Escorzo

Antepenúltima fecha de la gira de despedida de uno de los más legendarios grupos que han existido en nuestra tierra. Concierto encuadrado dentro de los festejos del quincuagésimo aniversario de la Federación de Ikastolas de Navarra, una entidad que, en paralelo al conjunto que nos ocupa, no ha dejado de luchar por la supervivencia de la lengua y cultura vascas.

Arrancaba el acto en los pasillos del formidable edificio con los txistularis de Paz de Ziganda y de la Ikastola San Fermín de Iruñea, acompañados por los bailarines de Paz de Ziganda, mientras en la entrada se formaba una enorme cola para acceder al Auditorio Principal. Sonaron, entre otros, “Xalbadorren heriotzean” (de Xabier Lete), que ya presagiaba la grandeza de lo que nos esperaba. Gaiteros, corales, bertsolaris, txistularis… Un impresionante “Baratze bat” de Pier Paul Berzaitz cantada por el coro de la Ikastola, con su director Fermín Iriarte en el centro, cerró el pre-acto dejándonos con ganas de más.

Una vez acomodados en las butacas, los txistularis hacen su entrada triunfal en el Auditorio con “Ikusi mendizaleak” que culminan en el mismísimo escenario. La coral de la Ikastola y una presentadora/cantante completan el acto de conmemoración. Se apagan las luces y empieza la gran fiesta de Oskorri. “Atzo goizean” se abre paso y sin descanso, llega el mítico “Guretzat” y el no menos clásico “Euskaldun berriaren balada”, otra de las más conocidas de su repertorio. Es, no obstante, un apabullante “Ezpatadantza” el que da el verdadero golpe de timón. La garra y el empuje de la canción resultan tremendamente adictivos, y hasta la saturación del bajo (que venía arrastrándose desde el principio) parece multiplicar su efecto. El resultado es apabullante. Cambiamos de ritmo con “Gaztelugatxe”, con un Anton Lasa que nos conmueve con su penetrante voz, hasta el punto de hacernos llorar ya en la segunda estrofa. “Emazurtz” nos mantiene en vilo hasta el popurrí “Vizcayatik… Bizkaiara”.

Para entonces, Xabier Zeberio destaca como uno de los más activos músicos: mueve el cuerpo al son de la música, toca el violín, el arpa nickel y hasta hace coros de manera solvente. Detrás suyo y en la segunda fila de músicos, y solo aparentemente en segundo plano, Bixente Martínez, pilar fundamental de la banda durante toda su historia y auténtica columna vertebral de Oskorri. Su guitarra eléctrica y su mandolina marcan los tiempos con maestría. “Aita gurea” es uno de los momentos de lucimiento para la voz de Natxo De Felipe, auténtico maestro de ceremonias, frontman y cantante sin igual. Es él quien nos habla, nos alienta y nos hace cantar tantísimas veces. Anton Lasa, el tercer pilar que ha estado presente en todas las épocas de Oskorri, mantiene esa aura legendaria que siempre tuvo. Su presencia es simplemente emocionante. “Violetaren martxa” vuelve a liarla. Una auténtica orgía musical donde los músicos lo dan todo, y encima no fallan ni una nota. Desde la parte delantera izquierda donde nos encontramos, y haciendo un ángulo en diagonal entre Natxo y Anton, podemos observar a un Iker Goenaga dejándose la piel en cada nota con su triki, mientras detrás suyo el bajista Gorka Escuriaza tampoco deja de moverse hacia los lados; impresionante. Iñigo Egia le da a la batería y a toda clase de percusiones con gran precisión, mientras en el lado derecho delantero, José Egurrola (flauta) interactúa con Xabier, que está al otro lado, y anima sobremanera al público y al resto del grupo. Una combinación de músicos e instrumentos sencillamente insuperable.

En “Ostatuko neskatxaren koplak” (una de las más populares y bellas de Oskorri) falla ligeramente la voz de Anton, quien recupera brío en “Euskal Herrian euskaraz”. En mitad de los dos, el marchoso “Tirauki”. Para entonces el público lleva varios temas cantando y dando palmas sin parar, alentados por Natxo y las letras de las canciones en la pantalla. Jóvenes, adultos, niños y viejos, euskaldunes y no euskaldunes comparten vivencias y se emocionan. “Sautrela” (para más señas, la que dice “Etai lelori bailelo”) agita aún más el gallinero. Toman aire con “Ez zaitez joan oraindik” para atacar con “Aita semeak” y rematar con “Topa dagigun” y “Gora ta gora beti”. Con respecto a “Topa dagigun”, Natxo nos comenta jocosamente que fue Anton quien se trajo la canción de Georgia y después la grabaron con el grupo, y que fue más tarde cuando se enteraron de que era una de las favoritas de Josef Stalin, entre las risas del público. El mensaje queda ahí para el que quiera entenderlo.

Se retiran y vuelven a por todas con “San Petrike dantza” y dos estupendos popurrís, intentando abarcar lo más fielmente posible la extensa trayectoria del grupo (han grabado más de 500 canciones), que no fueron sino uno de The Pub Ibiltaria (imprescindible) y el otro de Katuen Testamentua . El primero incluyó “Ixil–ixilik”, “Nere aitak amari”, “Agur Xiberua” e “Ikusi mendizaleak”. “Furra furra”, con el público extasiado, parece ser la despedida, pero vuelven una vez más ante la insistencia del respetable.

“Bizkaiko aberatsak” sigue emocionando tantos años después. “Arin-bero”, con otra impresionante exhibición por parte de toda la banda, deja paso a “Mode”, con un público ya puesto en pie y extasiado mientras baila, canta y da palmas. El grupo repite con “Furra furra” para, esta vez sí, poner el broche final a una noche memorable. A los controles, el legendario Jean Phocas, al que pudimos ver charlar con Ruper Ordorika al finalizar el show.

Akabo da. Hauxe da despedidia. Solo nos queda mirar con envidia a nuestros hermanos de Maule y Bilbo, los últimos que tendrán el privilegio de despedir al combo bilbaíno que, durante 44 años, mantuvo vivo y hasta resucitó una buena parte del folklore y la música popular vasca, además de componer un innumerable número de auténticos clásicos.

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