Los de Bristol hicieron anoche un honor aplastante a su nombre, lanzando proclamas luminarias y mensajes vocales de amor - a veces oscuro, otras sensual – de un modo muy superior al sonido de estudio que ya conoce el público devoto. Massive Attack justificaron de sobra la asistencia a su directo con una enorme trasera horizontal de leds con diseños que mejoran cualquier noche típica de fuegos artificiales y que inevitablemente hipnotizaba al personal. Dos baterías, electrónica de templo y la democracia vocal de cinco de sus cantantes habituales fueron los argumentos para hacer del concierto una fiesta introspectiva, dejando a los testigos del evento anonados y colgados de esta secta tan peculiar que construyen los llamados padres del trip hop.
Quizás lo mejor de la noche fue la elección de su repertorio, nada predecible y bien estudiado, forjando un hilo de comunicación con los presentes inagotable y sin interrupciones. Intercalaron temas de "Heligoland" con los demás de su discografía, sonando enormes “Teardrop”, “Pray for rain”, “Inertia creeps” o “Angel”. Así, la formación demostró que este era un concierto como pocos, acostumbrados como estamos a que en ocasiones grandes bandas se dediquen al mero enunciado de temas sin mayor conciencia que la de acabar y subirse al bus. Marshall, del Naja, y los suyos tienen claro cuál es su perfil y cómo contagiarnos. Incluso tienen más que ganas de inundar la pantalla con horas y fechas de Kabul, Washington o Rabat, titulares de la prensa rosa española, o mucho peor, de conflictos políticos internacionales, desde ETA a Irak. Faltaron caramelos como “Paradise circus” en el directo y la gente, tras ver que aquello se había acabado, se quedó de pie un rato largo, con ganas de más, con ansias de todo. Una vez se encendieron las luces de la sala los rostros eran un poema, toda convulsión. Y es que la banda había logrado en escasas dos horas vencer a los presentes con un contundente ataque a las mentes y el corazón.
Woah nelly, how about them apepsl!