Marilyn Manson + Turbonegro
Conciertos / Marilyn Manson

Marilyn Manson + Turbonegro

7 / 10
David Sabaté — 22-11-2007
Empresa — Gamerco
Sala — Pavelló Olímpic de Badalona
Fotografía — Ramón Hortoneda

Abrieron la velada unos invitados de lujo. Turbonegro salieron con ganas de noquear a la audiencia con su contagioso rock’n’roll macarra. Que lo consiguieran es otra cosa. Las buenas maneras de los noruegos quedaron confirmadas apenas arrancar con “All My Friends Are Dead”, aunque, quizás por la frialdad del espacio, aún demasiado vacío, o por el poco entusiasmo de Hank Von Helvete, Euroboy y compañía, su concierto no terminó en la fiesta en la que suelen convertir sus shows. Con todo, cortes como “Do You Do You Dig Destruction” o el clásico “Get It On” son capaces de levantar a cualquiera.

Tras una larga pausa llegó la hora de la verdad; el momento de constatar, tras un disco tan irregular como Eat Me, Drink Me, el estado de salud del reverendo en su hábitat natural: el circo del directo. Manson ya no intimida; ya no es el tipo peligroso que destrozaba todo a su alrededor para acto seguido automutilarse o intercambiar fluidos corporales con la audiencia. Eso es algo que todos sabíamos, empezando por el propio artista; quizás por ello su última encarnación es la más desnuda, la más humana de cuantas nos ha ofrecido. Un cambio de registro discutible con el que, paradójicamente, logró perturbar. Fue el caso de la espléndida apertura, con una mejorada y tenebrosa “If I Was Your Vampire”. La luna llena-reloj proyectada al fondo y el micrófono-cuchillo del excéntrico cantante subrayaron una historia real aterradora.

El atrezzo, más sobrio y efectivo que en otras ocasiones, siguió jugando a favor de las canciones: desde el ring y el albornoz de boxeador de la potente “The Fight Song”, hasta la muñeca descuartizada de “Heart Shapped Glasses”, con diferencia lo mejor de su última obra. Aunque aparte de sus deudas con Alice Cooper, Marylin Manson también nos recordó que tiene algunos buenos temas repartidos por todos sus discos: “Disposable Teens”, “Rock Is Dead”, “Dope Show”, una “Mobscene” huérfana de bailarinas o un mix entre “Sweet Dreams” y “Lunchbox”. Sin embargo, la palma se la llevaron una vez más los títulos de su obra magna: “Tourniquet”, “The Reflecting God”, una violenta “Irresponsable Hate Anthem” o las finales “Antichrist Superstar” y “Beautiful People”. Un show corto pero intenso, con aportaciones más bien discretas del guitarra Tim Skold y de Chris Vrenna (NIN), que salva por los pelos el presente. La pregunta que sigue en el aire es: ¿logrará Manson renacer tras su actual deriva artística y personal? Lo de firmar otro disco relevante mejor lo dejamos para otro día.

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