Los amigos de Quique

Pura verticalidad la que ofreció Quique González y su "Delantera Mítica" en Málaga, llevados en volandas por una afición devota y un sonido excelente. La sala París 15 descubría en su panorámico escenario y en formación dos-tres, a una banda de country rock poderoso que jugaba al espacio que posibilita un repertorio más versátil de lo que uno puede esperar. Y es que ese tiqui taca entre la mandolina de Edu Ortega y la Telecaster de Pepu López protagonizaron un concierto crujiente, electrizante en algunos momentos. Un set list excelso, 26 canciones, que arrancó directamente con "La fábrica", "Parece mentira", "¿Dónde está el dinero?" y "Viejos capos", cuatro temas del nuevo disco que el público recibió como si fueran ya clásicos.

Cómodo en todo momento, Quique alternaba acústica y eléctrica marcando el tiempo del partido. Parecía una noche especial, entre el público incluso estaban Antoñito y Juan, miembros reales de esa "Delantera mítica", esa pandilla de amigos a los que dedica su último álbum y esa noche, mientras los buscaba por la sala, la canción que le da título. Los tres delanteros del escenario contraatacaban una y otra vez armonizando voces en una versión muy coral de "Torres de Manhattan" y haciendo revolotear aquellos "Pájaros mojados" a ritmo de swing. Para entonces Málaga ya era "La Ciudad del Viento" y la presión del sonido se hacía sentir ante el empuje del terral malagueño coreando estrofas y estribillos.

Momento de hacer un receso y volver a los tiempos de ese pistolero solitario que renovaba la canción de autor y que ahora se atreve a rescribir al mismísimo Dylan, y cortar el ambiente con su brillante adaptación de "Is Your Love In Vain?" aka "¿Es tu amor en vano?" Con todos los jugadores de nuevo en el campo, retoman la presentación de este noveno álbum y provocan que las primeras filas vuelvan a "temblar, temblar, temblar" con "Las chicas son magníficas", uno de los mejores cortes del disco. La noche dejaba de ser suave, invitaba a pasarla en el "Hotel Los Ángeles" y se llenaba de camisetas  mojadas y kamikazes enamorados.

Por supuesto antes de irse Quique "tenía que decirlo": primero un guiño al camarada Lapido, la noche de antes habían estado en Granada, y luego un recuerdo para el desaparecido Javier Moreno, alma mater de la Botica, club que impulsó la música en directo en Málaga y por donde paso el propio Quique González. Para Javier fue el "Salitre" que ya parecía embadurnar a toda la sala París 15. Con "Dallas Memphis" se cumplían la dos horas de concierto llegando a la frontera con los bises mecidos a ritmo de corrido mexicano. Despedida oficiosa puesto que faltaban todavía "Vidas cruzadas" y ese epílogospel que Quique se viene marcando con "Y los conserjes de noche". No tardarán tanto en volver la próxima vez, prometió.