Victorioso y desértico
Conciertos /

Victorioso y desértico

8 / 10
Unai Endemaño — 17-05-2016
Empresa — Noise On Tour
Fecha — 14 mayo, 2016
Sala — Santana 27 (Bilbao)
Fotografía — Unai Endemaño

Volvía el Kristonfest bilbaíno a su cita anual con el rockerio bilbaíno, y lo hacía esta vez enclavado en medio de Mayo, estrenando fecha y duración extra, respecto a anteriores ediciones. Esta vez pasaría a celebrarse durante un viernes y sábado, saltándose el habitual formato de jornada única y encumbrando a dos bandas con la vitola de cabeza de cartel. Esta circunstancia haría que tuviéramos la oportunidad de ver el doble de combos que en pasadas ediciones, en un fin de semana entero gobernado por el Stoner polvoriento, el Rock Psicodélico y el Metal de trazo grueso.

Antes de pasar a relatar cada una de las horas de este Kristonfest 2016, no estaría de más recordar que aquí estamos hablando de un festival que ya va por su quinta edición, cada año apostando por carteles de nivel, sin caer en ningún momento en el juego del “cabeza de cartel con gancho”, y que funciona sin subvenciones estatales. Esta importante diferencia, le hace destacar del grueso de festis estatales, y lo mantiene como un pequeño oasis en el que los aficionados más sibaritas, podemos seguir encontrando oportunidades excepcionales.

El viernes llegaríamos puntuales hasta la Santana 27, la lujosa sala en la que siempre se celebra el Kriston, y comprobaríamos como el ambiente era radicalmente triste a primera hora, con muy poca gente habiéndose acercado para ver como se lo marcaban los andaluces Santo Rostro. La suya sería la única comparecencia nacional del festi, así como la más minoritaria y underground. Demostrarían sin embargo, porque son una de las bandas revelación de los últimos tiempos, y desplegarían con vehemencia su contundente propuesta. Serían un poderoso anticipo de lo que nos vendría encima, a pesar de que el escenario se les quedase un pelin grande por momentos.

Aparecerían en segundo lugar los legendarios Trouble, para demostrarnos porque los años les han convertido en toda una institución dentro del Doom Metal mundial. Con su pareja de guitarras original intacta, ofrecerían un show impecable en todos los aspectos, enérgicos en su actitud y poseedores de un aura de leyendas perdidas. Desde los primeros compases rescatarían cortes clásicos como “Wickedness of Man” o “The Skull”, demostrando una forma muy superior, a la que hace poco nos mostraría el conjunto que tiene montado desde hace años su antiguo cantante, Eric Wagner. Está claro que Kyle Thomas es mucho más que un suplente para el mencionado vocal, y su concurso terminaría siendo determinante, en el hecho de que nadie pusiese una sola pega una vez hubieron bajado de las tablas.

Crowbar_concierto

Algo similar ocurriría con el siguiente tótem en posarse sobre las tablas de la Santana. Se trataría de toda una institución como Crowbar (en la foto superior), quienes llegarían hasta Bilbao envueltos en una pequeña polémica, y es que, no serían pocos los que no se los imaginaban sin ser los cabezas de cartel del festi, aunque finalmente, acabasen luciendo en la honrosa segunda posición que las votaciones les colocaron. Lo suyo sería una lección de Sludge salvaje, con un Kirk Wendstein mesiánico y poderoso, quien tan pronto enchufaba riffs cortados a serrucho, como repartía himnos del Nueva Orleans profundo. Caerían de esta manera, himnos del rollo como “Conquering”, con la que empezaron, o “All I Had (I Gave) con la que desatarían la locura sobre Bilbo. Apuntalarían con “Like Broken Glass”, subrayando el hecho de que esta gira marcaba las dos primeras décadas de aquel celebérrimo plástico y a servidor le encandilarían, con la mezcla perfecta de agresividad y melodía, que siempre ha dibujado “Planets Collide”.

Quedaría una poderosa fuerza para rematar el viernes inaugural, y los espectadores más jóvenes se arremolinarían frente al escenario para contemplarla. De esta manera llegaría Uncle Acid frente a nosotros, envueltos en la bruma londinense, y parapetados tras chirriantes tonos opacos. Arrancarían con “Waiting For Blood” y en seguida nos daríamos cuenta de que estábamos ante uno de los bolos clave en lo que iba de año. La clase de bolos que uno recuerda tiempo después con los colegas, y puede sacar pecho afirmando “yo estuve allí”.

Se mostrarían inapelables los de Kevin Starrs, tan siniestros como las pelis de serie B que acostumbran a dibujar con sus melodías, y tan peligrosos como los asesinos que mentan de vez en cuando. Así recordarían a Charles Manson como la “Appel Tree” y transportarían la Santana hasta una historia de brujas abrasadas, al tiempo que interpretaban “!3 Candles”.
No faltarían los clásicos personales como “I´ll Cut You Down” o “Desert Ceremony”, demostrando que a pesar de la corta vida que posee este conjunto, va dejando himnos para la posteridad. Himnos como el celebradísimo “Melody Lane”,que abriría los bises, y terminaría marcando el momento más memorable de la comparecencia.

El siguiente día lo bautizarían Carousel, un joven conjunto de Estados Unidos que desenfundaría un divertido Stoner para recibirnos. Se les pudo apreciar maneras de grupo solvente a los de Pittsburgh, pero no pasarían de ser unos teloneros notables, para lo que allí se había montado.
A continuación, subiendo la nota de intensidad y psicodelia a la velada, llegarían los italianos Black Rainbows, otro combo que incidiría sobre la misma temática que sus predecesores, pero mostrándose mucho más áridos y desérticos en las formas. Nos pegarían un somero repaso con el Fuzz gobernando las lineas, y los sonidos gruesos atronando los altavoces. Se despedirían iracundamente, al son que pedía “Black to Comm” de MC5, al tiempo que decían hasta luego, a los que allí parábamos.

Pasaríamos palabra hasta los maestros del progresivo conocidos como Elder (en la foto inferior), quienes nos regalarían uno de los platos fuertes absolutos del Kriston, Suya sería una abrasiva hora en la que comenzaríamos catando “Compendium” y terminaríamos saboreando la inequívoca “The End”. Entre medias un fastuoso viaje lisérgico, en el que los tiempos nos traerían a la memoria los mejores pasajes de Kyuss, los tripis musicados de Samsara Blues Experiment, o la hipnosis fumeta de los Sleep. Espectaculares, se mirase por donde se mirase.

Elde-concierto

Con el subidón que nos habían producido los Elder, tendríamos en Wolfmother (en la foto superior) el postre perfecto para rematar esta inolvidable edición del Kristonfest. Comenzarían enarbolando la bandera de su última obra victoriosa, y ya no se detendrían hasta que hora y medía después, nos dejaran ir al son de su archiconocido “Joker And The Thief”. Hasta que alcanzásemos ese punto, el trio haría y desharía a su antojo absoluto, sabedores del abrumador potencial con que cuentan y las constatadas tablas que poseen en grandes plazas.

Se permitirían intercalar unos pasajes del “Another Brick in The Wall” en medio de “White Unicorn”, dándole a la actuación un ligero toque setentero, que se olía perfectamente estudiado, a pesar de lo espontáneo que parecía surgir. De similar forma, cada cabriola del espectacular bajista-teclica Ian Peres, parecía venir de la nada, pero se adivinaba claramente calculado, como suelen acostumbrar a ensayar los combos verdaderamente grandes. Nos regalarían un espectáculo de dimensiones mayestáticas, en cualquier caso. Con himnos como “Woman” o “New Moon Rising” situados en los inicios de la comparecencia, y la mayor parte de su primer plástico, siendo vertido para despedirse.

A lo grande, desde el principio hasta el final, sobra decir. Constatando su espectacular momento de forma, y poniendo la guinda perfecta, a este quinto Kristonfest bilbaíno.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.