Julio de la Rosa, gritos y susurros
Conciertos / Julio De La Rosa

Julio de la Rosa, gritos y susurros

7 / 10
Beatriz Rodríguez Ruiz — 25-08-2011
Sala — CAAC / Sevilla
Fotografía — Rafael Marchena

Esperaba ansiosa la función del hombre que mejor grita sobre un escenario, inteligentemente acompañado de una banda totalmente aprovechada con la que ha encontrado su punto de unión y expresión. Él lo disfruta y lo sufre todo. Vive el amor y sus vertientes, lo hace suyo, lo destroza, lo crea, lo vomita y, habilidosamente, lo vuelve a hacer renacer. Julio de la Rosa desgranó su último disco a un ritmo frenético. "Tan amigos" por aquí, "Canción de guerra" por allá... Destila brillantez por los cuatro costados. Momentos de fiesta, momentos trágicos... Sucesivas capas habitan la radiografía deconstructiva de "La herida universal", mereciendo mención aparte "El traje", un tema de altura que borda a la perfección en directo, embriagado de una sensualidad y un salvajismo sobrecogedor.
No desaprovechó Julio su repertorio, al resurgir "Caradura" o "El monstruo nunca duerme". Bendecimos el primer bis, necesariamente plagado de las historias cruzadas de El Hombre Burbuja; enfatizada adrenalina en la triunfante "Kill the mosquito" (donde Boba volvió a demostrar que sólo él y su esplendoroso órgano podrían encajar en el collage formado), "Mejor fuera", "Rey Mugre" y "Mi rulot and I", acortando distancias con un público sediento de exprimir hasta la última gota de esta rara avis. Sobresaliente sin contención para "Las camareras", vehículo de lucimiento para la virtuosa percusión, que dota de colores a la paleta de sensaciones que hábilmente encadena el elogiado letrista, que no escatimó a la hora de desbordar un entusiasmo que nos contagia con esa fuerza de la que impregna a cada tema, mostrando sobradamente que no es un artista de medias tintas al surgir un segundo bis, protagonizado por la rompedora "¿Por qué no?".  Hace y dehace a su antojo modélicamente.
Atisbo a celebrar que por fin haya ascendido a la categoría que le hace justicia, sin alardes. Y es que categoría y nivel son palabras que el carismático Julio de la Rosa conoce bien, obteniendo el beneplácito y nuestra total empatía sin condiciones.

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