Hooray For Earth, grande rock

Dentro del San Miguel Primavera a la Ciutat, ayer se pudo disfrutar en el la sala Apolo de un apetitoso showcase de Memphis Industries, sello inglés con catorce años de vida que ya se ha convertido en una des las apuestas pop con más pedigrí de las Islas Británicas. Los primeros en aparecer en el escenario fueron Elephant, que, la verdad, no consiguieron convencer. Su pop etéreo de alma hipnagógica naufragó en directo debido a una casi nula presencia escénica (el dirty dancing de Amelia Rivas no fue suficiente para caldear el ambiente), y al abuso de los pregrabados (el teclista y el bajo que acompañaban a Rivas parecían más de atrezzo que músicos de verdad). Tras ellos llegó el turno de Dutch Uncles, voluntariosa banda con base en Manchester que espabiló al personal tras el karaoke sin gracia de Elephant. La particular mezcolanza de estilos, que les convertían en una especie de Sparks en clave post-punk, resultó cuanto menos refrescante, y es que cuando apostaban por las maneras pop la cosa subía enteros. Los bailes espasmódicos del cantante, un geek de esos que lleva la camisa abrochada hasta el cuello como si fuera un monaguillo, los hicieron aun más simpáticos. Y bien, tras los calambrazos de Dutch Uncles llegaba la hora de disfrutar de Hooray For Earth, los cabezas de cartel de la noche. El proyecto de Noel Heroux se presentaba por primera vez en Barcelona para presentar las canciones del excelente “True Loves”. Los neoyorquinos en directo tiraron de la épica y de las maneras casi de stadium rock para defender su notable cancionero. A algunos les pilló de sorpresa ese giro rockero, pero la verdad es que hay que estar un poco ciego para no intuir que en disco Hooray For Earth están muy cerca de Tears For Fears, Simple Minds o a The Alan Parsons Project. De hecho, y lejos de restar pegada a las canciones, ese músculo rock sienta más que bien a canciones como “Bring Us Closer Together”, “Sails”, “True Loves” o “Black Trees” (canción con la que se cerró el concierto de forma ensoñadora). Anthony Gonzalez haría bien en pasarse por un concierto de los de Brooklyn para comprobar que se puede rockerizar el repertorio encima de un escenario sin caer en la caricatura.