Elegante y sobrio
Conciertos / Howe Gelb

Elegante y sobrio

8 / 10
Ángel Bort — 03-04-2014
Empresa — Absolute Beginners
Sala — Teatro La Rambleta / Valencia
Fotografía — Liberto Peiró

En cada visita, Howe Gelb aparece con un formato diferente: Con coro de gospel, con banda en formato eléctrico o, como ahora, en modo de trío electro-acústico con teclado. Da igual como lo haga: Siempre da buen resultado y es agradable de escuchar.

Esta vez traía debajo del brazo su disco “The Coincidentalist”, de finales del 2013, y grabado con las colaboraciones de Will Oldham (Bonnie 'Prince' Billy), M. Ward o Steve Shelley (Sonic Youth), que si lo acompañaran de gira formarían una superbanda difícil de igualar. Todavía con jet lag, llegó a la primera de sus fechas en España, acompañado al bajo por el danés Thøger Tetens Lund y por Gabriel Sullivan, de Tucson, a la guitarra y batería. Tras un breve set de teloneo de sus dos acompañantes, Gelb aparece en escena con sombrero de ala corta, elegante, sobrio, se cuelga su guitarra electrificada y comienza el concierto con un tema en solitario. Después llama a sus compañeros y empieza la parte en la que introduce sus temas más tranquilos, con las dos guitarras unas veces susurrando entre ellas y otras batiéndose en duelo. Hace un comentario jocoso acerca de los logos del telón trasero, insinuando si serán su set list, y se sienta al teclado para mostrar su vertiente más blues, o jazz entre amigos. Le encanta tocar las teclas y se nota que disfruta. Al mismo tiempo, Sullivan abandona la guitarra y se pasa a la batería, primero con las escobillas, acariciando la caja y los platillos, para pasar a aporrearla cuando la guitarra eléctrica hace su aparición, una Danelectro Silvertone de principio de los años 50, a la que con toques de pedal, Howe Gelb le saca unos sonidos muy peculiares y psicodélicos.

Antes del bis, a petición de un espontáneo del público, que sale al grito de “¡Raimundo Amador!”, el americano se pregunta dónde está el amigo con el que grabó "Alegrías". Abandona el escenario y, tras un momento eterno para sus acompañantes, regresa con su iPhone, hace una búsqueda al azar y encuentra un archivo con una grabación de vídeo enviada por el propio Amador. Gelb enchufa el dispositivo a su ampli, para que la audiencia lo vea y escuche. Realmente, de su último disco tocó bien poco, alternando el repertorio con canciones de Giant Sand, para acabar de nuevo con la aparición del iPhone, esta vez para seleccionar la operística “Una furtiva lágrima”, con la que abandonarían el escenario.

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