Día Europeo de la Música
Conciertos / La Bien Querida

Día Europeo de la Música

7 / 10
Job Ledesma — 25-06-2011
Empresa — Imoa
Sala — Castillo de San Felipe
Fotografía — Encarneviva

El mini set, el rollo acústico pero con bases, las puestas en escenas mínimas, la aceptación de que buena parte de un concierto puede estar grabado antes. ¿Cuándo el gran público se acostumbró a todo eso? El Castillo San Felipe de Puerto de la Cruz acogió esta particular celebración tinerfeña del Día Europeo de la Música con un cartel donde primaba la tendencia acústica moderna con notas de color de procedencias varias.
Track Dogs son cuatro guiris que se juntaron en Madrid, brillantes ejecutores de piezas que podrían campar en las listas de éxitos masivas de países con más criterio personal que España. No son alternativos, ni falta que les hace, aunque dejan la sensación de que su espacio natural es el pub irlandés de zona turística. Eso sí, te alegran la tarde y te dejan pensando ante su capacidad de hacer coros a cuatro voces casi inmaculados.
Primera ración de acusticismo indie con Alondra Bentley, dentro de esta tendencia de chicas que te cantan sus cosas de manera tranquila y con voces angelicales. Alondra es más británica por nacimiento, lo que motiva que al menos el inglés de sus letras suena creíble. Puso sobre la escena con elementos mínimos esta actualización de la tradición folk británica para adolescentes modernas sin estridencias, con elegancia y con el primer recuerdo a Teide, perfectamente visible desde el espacio de conciertos para alucine de los invitados foráneos y pasotismo del canario medio.

The Birkins trajo el primer momento raro de la noche por sus seis componentes dentro de un festival de formatos escasos y por su apuesta por un pop bonito y bien trabajado. El rodaje de conciertos y la suma de Coré Ruiz a guitarras y teclados hace crecer su sonido, aunque siguen chirriando ciertos elementos de una puesta en escena que no casa con su cariño musical y sus canciones bonitas.

Tiempo para La Bien Querida, sonrisa eterna, perfecta ejecución, bellas canciones, letras todavía más bellas. ¿Voz inexpresiva? Afectación cero para que el oído se centra en lo que se dice y algo en el cómo se viste eso que se dice. El náufrago (qué barbas) David Beef en el acompañamiento y un concierto notable que va acrecentando la figura de una de las artistas más inspiradas y certeras del panorama indie-tristón. Cantó como siete canciones donde la habían dejado, y con lo guapa que es y su bata de cola, daban ganas de presentarle a amigos solteros.

Remate, ejém, y esos artistas extraños. Dedicatoria al Teide pero desde el reverso tenebroso (“siempre pido en mis exigencias técnicas de festivales tocar delante de un volcán, mira, por fin hoy pudo ser”), “Superluv” sobre la escena perdiendo parte de su encanto negroide pero ganando en los recovecos, en las guitarras reverberadas sobre una sola batería (formación rara donde las haya) y una apuesta por el rarismo sin disparates que a veces sono repetitivo, y otras muchas inspiradísimo.

El break potente fue para los locales Marvel Hill, rock concreto a lo siglo XXI, en la senda de tantas bandas que aunan estribillos con potencia guitarrera, y con ganas de que empasten los ligeros errores que a veces despistan a sus conciertos y de que repartan con mejor suerte la intensidad, que por momentos se pierde ante un evidente desfonde. Tienen temazos que en directo ganan enteros y les suman nuevos fans.

Final de fiesta para otro de los elementos extraños: Edredón y su particular paisajimo electrónico experimental aunque no tanto, una propuesta dura en disco pero que mejora en directo con sus espirales rítmicas y un uso de los crescendos y los subidones ténue pero acertado. Quizá no era la hora, pero para los raros siempre hay momento.

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