Bodorrio
Conciertos / Dellafuente ...

Bodorrio

9 / 10
Darío García Coto — 16-01-2017
Empresa — Canada
Fecha — 13 enero, 2017
Sala — Apolo, Barcelona
Fotografía — Chus | GustaffRoom

Recuerdo cómo, hará un par de semanas, una vieja gloria de los medios de comunicación se arrancaba con un chiste amargo sobre nuevas generaciones que ya no leen y solo están con maquinitas. Resulta que cualquier encuesta te dice que los que más leen son los menores de veinticinco y el porcentaje de los que lo hacen no deja de subir en los últimos años, pero oye, que la verdad no te estropee el sentimiento de superioridad. Más o menos eso pasa con conciertos como los del viernes, con todas esas frases que empiezan por “es que los chavales hoy en día...”, que a veces pensamos superadas pero siguen vivitas y coleando en el imaginario colectivo. Porque es que “los chavales ya no van a conciertos”, pero la cola para entrar daba vuelta a cuatro esquinas y la media de edad bajaba bastante de los treinta. Y es que son “unos egoístas sin conciencia”, pero casualmente se dejan la garganta cantando cada palabra de La vida es, una oda a la clase obrera de libro que sonó seguida de A lo mejor, otro ejemplo de que la etiqueta “rap político” hoy por hoy no es más que una redundancia. Por no hablar del autotune, con el que algunos no conciben la existencia de un directo. Si, como se suele decir, hace que la voz suene mecánica y sin alma que me expliquen el sentimiento que le saca Maka a todo lo que canta. En fin, podría seguir así un rato pero ya os hacéis una idea.

Aquel verso de “cuando damos un concierto parece que es un bodorrio” sigue siendo fiel a la realidad en un concierto de Dellafuente. Desde que sale Maka (arriba en la foto) a calentar el ambiente -cumple doble función de telonero y mano derecha del Chino después- ya está la sala a reventar y ya se oye a la mitad de alante cantar todo, mientras por detrás se aprovechan los pocos espacios que quedan libres por culpa del sold out para bailar. El repertorio de Maka es igualmente heterodoxo, pero se pega más a la parte de flamenquito y reggaetón y tira más de exhibición vocal que de los estribillos y vaivenes de géneros que caracterizan el de Dellafuente, que poco a poco va reduciendo la parte reggaetonera. Durante el set de Maka hay ambiente festivo aunque relajado, para entendernos. Pero desde que entra la remezcla del Le monde ou rien de PNL con una cuenta atrás y empieza a sonar el discurso del Torta en Dile el concierto busca la épica en cada minuto. Y se baja pocas veces. Cuando lo hace es porque, necesariamente, se nota el cambio que ha dado de los temas viejos a los nuevos. Ha evolucionado mucho en poco tiempo. En el concierto se mezclan temas antiguos con otros que tienen semanas como el descarte de Ansia Viva (Autoeditado, 16) Pa que quieres el dinero y Marketing -con Yung Beef, que salió al escenario acompañado de Khaled dejando claro que en el mundillo del trap españó también se hace piña- y se nota. Pero eso sí, la fiesta no decae, todo lo contrario. También se nota que esos temas entran en el repertorio precisamente porque la gente los goza, y por eso suena un Llámame que en su día fue descarte de Azulejos de Corales (Autoeditado, 15) o se cierra el bolo con Consentía y no se abusa de los temas de su último disco, aunque se queden dolorosamente fuera algunos de los mejores cortes que ha firmado en estos años.

Empezando por la izquierda: Dellafuente, Khaled y Yung Beef

En resumen, un concierto hecho por y para la gente, un concierto bailado, perreado, coreado y grabado en el móvil a partes iguales (bueno, coreado un poco más) que atenta contra los purismos y los prejuicios estilísticos y es el mejor representante de nuestra música urbana actual. Que disfrutan “lo mismo pijas que en centros de menores”, como canta en Al vacío. Y ha llegado hasta aquí -está hasta en el cartel del BBK Live, normalmente más filobritánico que el té de las cinco- desde abajo y desde la más pura independencia. Contando con la gente cercana, conduciendo su propio coche de gira, sin el apoyo de discográficas. No se me ocurre una razón para, te guste más o menos, no alegrarse de esto.

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