Daniel Johnston, a despejar la incógnita
Conciertos / Daniel Johnston

Daniel Johnston, a despejar la incógnita

7 / 10
Manuel Palos — 18-04-2012
Empresa — Acuarela Discos
Sala — La Casa Encendida
Fotografía — Mariano Regidor

La de anoche se presentaba como una de las citas más especiales del año -al menos para los que todavía no habíamos visto a Daniel Johnston en directo-. Las sonrisas satisfechas de los presentes -no había sido fácil conseguir entrada- se cruzaban cómplices en el patio de la Casa Encendida. Y entonces apareció el mito. Apareció Daniel Johnston. Pelazo canoso, mirada oblicua, chándal de algodón y barriga imposible. El auténtico. Respiramos tranquilos, pues sólo el hecho de verlo -en el sentido estricto- valía nueve de los diez euros de la entrada. A partir de ahí, qué haría sobre el escenario suponía una incógnita. Hay que decir que el arranque fue complicado -para él y para la audiencia-. Sólo en el escenario, su limitación como guitarrista no pasa de simpática. Y lo peor no es eso, sino que afecta a su capacidad como cantante. Durante los tres primeros temas, la estampa del californiano aporreando su instrumento y balbuceando era -por decirlo suavemente- rara. Para entendernos, el típico momento en que uno piensa: ¿qué diría mi padre si me viese aquí? Pero entonces entró la banda de acompañamiento y la cosa mejoró. Bastante. “Love Not Dead” sonó limpia y potente, y con ella el mito entró en ritmo. Empezaron a sucederse entonces los versos románticos de sus preciosas composiciones. Los Don’t forget me, los I love you, o el genial Happy ending to my soul de “Silly Love”. Momento de vítores y emoción. Momento de comenzar a despejar la incógnita. Incluso el temblor de las manos de Johnston parecía remitir conforme nos regalaba algunas de sus canciones más populares -no por ello las mejores-: “Walking The Cow”, “Speeding Motorcycle”, “Love Wheel”, “Wicked World” o “Casper The Friendly Ghost”. Lo que no cambia nunca es su mirada caída, que sólo levanta cuando su séquito le indica que hay que terminar. Entrañable, se despidió de sus fans: “Lo siento. Vendré el año que viene con canciones nuevas”. El icono del indie americano cantó a capella su intensa “Devil Town”, e igual que llegó, se fue. Bueno, igual no, porque quería salir por el otro lado del escenario, pero tras un titubeo encontró la salida. No nos mareó demasiado con los bises porque tras 10 segundos ya estaba micro en mano. Generoso, Daniel Johnston eligió para cerrar la velada su meláncolico himno “True Love Will Find You In The End”. Para entendernos, el típico momento en que piensas que incluso a tu padre le gustaría esta canción…

5 comentarios
  1. Totalmente de acuerdo. Gran noche.

  2. muy bonita la crónica, dejando a un lado la tormenta de johnston para fijarse en sus arcoiris. bravo!

  3. Tuvo momentos realmente sobrecogedores. Cuando pensabas en esas letras y le veías, en su fragilidad, tan real, sin dobleces, ni interpretaciones se te cerraba el estómago de pura emoción. Creo que todos compartíamos la sensación de querer "cuidarle". Muy bonita la crónica.

  4. Crítica acertada. Aunque podríais haber hecho mencion al menos de Wild Honey que no estuvieron nada mal y creo que ya fue suficiente tener que aguantar al irrespetuoso público que hablaba y les daba la espalda...

  5. Hehehehe Only dark shadows made by the clodus above.But it's almost Halloween!If you squint your eyes and bend your imagination, you might see a witch ..and a cauldron or two.And then again, maybe not.

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