El festival Santander Music este año ha dado señales de madurez, encontrando su hueco y su público, y sintiéndose cómodo con ello, pudiéndose centrar en pulir los detalles e ir mejorando la experiencia festivalera de los asistentes, siendo ejemplo de ello las mejoras que se van realizando año a año en el sonido (que quizá se vio ensombrecido el viernes seguramente por la climatología adversa de ese día), el éxito de la nueva zona de comidas, decorada con gusto, cómoda y con gran variedad de oferta gastronómica (quizá falto algún plato vegetariano), su pequeño mercado, el trato cercano con el público en las redes sociales y la capacidad de reacción para solventar los problemas que pudieran surgir.
En lo musical, la jornada del jueves empezó con Black Yaya que fue presentando sus nuevas canciones, pequeñas joyas de folk rock que llegan al corazón y que enamoran, como “Fly me a rocket” o esa “Song for Lou Reed”, canciones donde está la sombra de Herman Dune, ejemplo de ello es que incorpora “My home is nowhere without you”. Lo único que se puede reprochar es que, para un festival, quizá tenía que haberse acompañado de más músicos, y es que vino con un formato sencillo, de guitarra acústica y un precioso bajo Epiphone 335 Jack Casady. Aun así muy bien.
Supersubmarina ya han ganado suficiente peso para encabezar un cartel de un festival y se sienten cómodos con ello, se gustan viéndose así y en los conciertos ya van a tiro hecho canción tras canción ya sea con “Ana”, “En mis venas” o “Viento de cara”, hasta se permiten cerrar guiñando el ojo a Hot Chip. El público se quejaba del sonido, pero quizá el problema no estaba tanto en el escenario sino encima de él.
Hablar del concierto de Carlos Sadness no es fácil. Lo mejor es enfatizar lo positivo, canciones como “Hoy es el día” o “Miss Honolulu” rompieron la tendencia y sacaron la chispa a la actuación, que entiendo que al menos a los fans gustó. Fans que, por cierto, se pudieron hacer un montón de fotos con Carlos que se mostró cercano mezclándose con la gente antes y después de la actuación,
L.A. dieron el mejor concierto del jueves sin duda alguna, potente y muy solvente, que manejaba a la perfección la dinámica de las canciones, donde se podía distinguir cada nota, cada instrumento, cada matiz de canciones como “Living by the ocean”, que fue una auténtica maravilla, sonando a clásico con “Hands” o desgañitándose con “Outsider”, con la que cerró. Una actuación que fue un viaje totalmente controlado por Lluis Albert Segura, que dando conciertos como este debería grabar a fuego ya su nombre entre los grandes de la música del país. Cómo será la cosa que lo peor que podría decir alguien del concierto es que, siendo todo tan perfecto, debería no acabarse nunca.
Javiera Mena en su faceta de Dj amenizaba musicalmente entre concierto y concierto, ofreciendo un set divertido y pinchándose a sí misma, haciendo que todo el mundo se preguntara qué narices hacia pinchando y no tocando en el festival, que era lo que todos queríamos.
Y ya el cierre lo pusieron Cycle, que volvían al Santander Music seis años después de su paso por la edición de 2009. Y aunque desde entonces han publicado un par de discos nuevos, poco ha cambiado en su directo, que sigue anclado en esa mezcla de guitarras rockeras, ritmos electrónicos y melodías de voz, en el que el momento crucial llega cuando tocan “Confussion!!!”. Así que hubo pocas sorpresas, aunque el grupo de David Kano, la China Patiño y compañía consiguió mantener bailando a un público en el que se apreciaban bastantes bajas, ya que muchos optaron por retirarse para reservar energías para los días siguientes.
El viernes arrancó con uno de los conciertos más esperados, el de Niños Mutantes, y es que los de Granada no habían pasado aún por Cantabria como banda. Así que decidieron que lo mejor que se podía hacer era regalarnos un gran concierto, cómplice con el público, en el que se notaba que la banda estaba ilusionada y con ganas de querer hacer disfrutar a los asistentes con “Todo va a cambiar”, “Hundir la flota” o “Caerán los bancos” (con dedicatoria incluida). Ejemplo de la buena relación que se forma entre redes sociales, festival, público y grupos, fue el guiño que los Niños Mutantes hicieron recuperando “Como yo te amo”, que como es obvio puso a la gente a cantar brazos en alto.
Los finlandeses Satellite Stories no lo tenían fácil: eran los menos conocidos del festival, así que tenían que ganarse al público, cosa que poco a poco fueron consiguiendo a golpe de guitarras bailables, de canciones contagiosas como “Vagabonds”, “The Trap” o “Campfire”. La gente se lo pasó bien, está claro, pero lo que no sé es si dotaron al concierto de la personalidad suficiente para que la gente pasado un tiempo se acuerde de él.
Empezaremos por el final, con La Roux cerrando el concierto con “Bulletproof”, canción en la que por fin se la vio más segura, o al menos más natural, mostrando sus imperfecciones. Y es que algo que da vida a una actuación no es solo todo lo que sale bien, si no aquello que no es perfecto, aquello que hace humanos a aquellos que están sobre el escenario, eso que hace que uno pueda sentir como respira un cantante, eso a lo que La Roux dio la espalda durante todo el concierto. Sobra decir que los temazos no faltaron, que había actitud, elegancia que podía recordar a Brian Ferry, pero quizá no queríamos ver a un robot, si no a la La Roux humana a la que solo vi en ese “Bulletproof”. Sobra decir, que si a alguien no le importa eso, pudo vivir todo un conciertazo.
Dorian venían preparados para dar el concierto de la jornada y así fue, en un formato mixto de fiesta y arreglos de cuerda. Dedicaron todo un greatest hits al festival, donde hasta canciones como “Arrecife” ya parecen clásicos de la banda, donde “Los amigos que perdí” suenan así como sin importancia pero que se te agarra al estómago y en donde “A cualquier otra parte” ya se disuelve entre otras tantas canciones que aportan tanto o más a su setlist, algo que solo se puede interpretar como un gran éxito del grupo saliendo hacia delante. Por equilibrar la cosa, solo puedo decir negativo que al parecer la gente en las primeras filas se quejaba de no poder oír la voz de Marc y que quién sabe dónde habrá quedado “Te echamos de menos”. Así que, como se puede ver, el concierto fue de nota.
Is Tropical siempre dejan anécdotas en Santander, tantas como amigos van haciendo. Quizá su concierto fue un tanto irregular, donde la cosa parecía que por fin arrancaba en “Lover's Cave”, pero que nos hizo esperar a ritmo de crucero hasta que sonó “Dancing anymore” y esa explosiva “Seasick Mutiny” que fue de lejos la mejor canción del concierto. Aun con todo, un gran fin de fiesta para el viernes.
Bimba Bosé fue la encargada de pinchar durante los descansos y final de la noche y bueno, destacar que quizá lo suyo seria decir Bimba Bose y compañía, y que la selección quizá no fue la más acertada pese a que sonara Todd Terje, algo que siempre hay que celebrar.
El sábado fue el mejor de los tres días gracias a conciertos como el de Neuman, que no solo traían sus temazos como “Turn it”, que ya fue la segunda, sino que además sonaron a la perfección, potentes, con garra. Pero no solo eso, si no que supieron jugar con las distancias y cuando fue necesario supieron acercarse al público, romper con su empatia la distancia impuesta por el foso y meternos en su bolsillo, en donde el agradecimiento fue mutuo. Yo personalmente destaco del repertorio “Tell you” que fue explosiva y muy emotiva. Unos grandes.
¿Se puede escribir follar en una crónica? Si se puede, Belako se follaron a todo el festival, dando el mejor concierto de esta edición 2015. La próxima temporada deberían ser ya cabezas de cartel porque madre mía lo que hacen. Funcionan cuando sacan rabia o cuando hacen bailar, con “Hauted House” o “Zaldi Baltza” nos hacen saltar y levantar brazos, con “Sinnerman” (versionando la adaptación de Felix Da Housecat) o “Aarean Bez” nos hacen quemar suelas. Hoy por hoy este grupo lo tiene todo y por eso mismo dejó impresionado a la totalidad de los asistentes del festival. Un diez.
Xoel Lopez no lo tenía fácil por la franja horaria y las actuaciones que le rodeaban, pero aun así salvó la situación, así como los problemas que le dio un ampli, en ambos casos tirando hacia adelante. “Yo solo quería que me llevaras a bailar” destaca en el repertorio, así como cuando sonó “Historia universal”, quizá el mejor momento de la actuación, y es que cuando las influencias en sus canciones vienen de latitudes patagónicas cuesta más mantener el contacto con el artista, ejemplo de ello es “A Serea e o Mariñeiro”. Pero bueno, con canciones como “De piedras y arena mojada” aún logra dejar muy buen sabor de boca. Como anécdota, decir que antes Miguel Rivera de Maga le acompañaba solo en “Ver en la oscuridad”, ahora le acompaña durante todo el concierto, algo claramente a celebrar.
Crystal Fighters eran los cabezas de cartel del festival y el numeroso público que esperaba verles salir al escenario daba fe de ello; gente que es obvio que se lo estaba pasando bien y disfrutó de la actuación, cosa que debe ser lo principal. Pero en lo musical se podrían poner algún pero, y es que lejos de intentar dar matices a las canciones, enriquecerlas tal y como ocurre en los discos, Crystal Fighters en directo abusaron de la percusión y los bajos, mandando al resto al infierno, montando una batucada que solo brilló cuando sonó “At home”, única canción capaz de mostrar distintas capas de sonido e intentar ofrecer algo más que el golpe de cadera. Aun así, lo dicho, parece que a nadie le importó y salieron a hombros de la Magdalena.
Virginia Díaz fue la encargada de conducir la noche con sus pinchadas entre conciertos y he de decir que sin duda fue la más acertada de las Djs del festival en cuanto a selección musical, tocando todos los palos sin complejos para que la gente se lo pasara bien que en estos casos es lo más importante. Y casi como una prolongación del set de Virginia los Nasty Mondays salieron al escenario principal para encadenar hit tras hit, sin sorpresas pero con la energía suficiente para mantener la fiesta en alto hasta el cierre apoteósico con el himno del festival: la remezcla electrónica de “Un verano en Santander” de los Carabelas, el temazo loco con el que pocos santanderinos podrán evitar soltar la lagrimilla mientras terminan de quemar las suelas de sus zapatillas.
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