Pregunta: ¿Qué se puede decir de un grupo que igual atrae a indies, punks, hipis, bakalas, pijos y ochenteros? Sólo pueden pronunciarse alabanzas, solamente alabanzas. Después del desastre en Benicàssim, nos merecíamos una digna representación en tierras levantinas de su último gran disco: “Surrender”. Uno, que anda por la vida de listillo, va al tema pensando que lo tiene todo controlado, que, al haberles visto tres veces en concierto y una pinchando, no va a bailar y que, por fin, va a ver un concierto de los dos freaks estos calmado, sosegado y con ojo crítico. ¡Mentira! (que diría nuestro ídolo y gran personaje y pensador de “La Cosa Nostra” Palomino) Empezar el concierto con su mayor éxito (“Hey Boy, Hey Girl”) es, o de tarados, o de tipos con actitud y repertorio de sobra. Continuan con “Block Rockin’ Beats” y “Music: Response”. Luego se ve que la jugada les ha salido a las mil maravillas, con tan sólo tres trallazos tienen a todo el polideportivo sudando la camiseta a completa merced de lo que vayan a hacer, ya sean momentos puros y duros de hip hop, breakbeat del que se gastan, referencias explícitas a Kraftwerk o bastantes minutos de ensordecedor ruido nada domesticado al puro estilo de Spacemen 3 o Sonic Youth (¡viva su último disco!) que, la verdad, ningún grupo con éxito o stadium band (¿quién cojones los llamo así alguna vez?) haría en su sano juicio. El siguiente paso fue sencillo. La gente estaba más cerca y menos cansada que en Benicàssim, ¿no? Pues hicieron lo que aún no les había visto hacer (solo cuándo pincharon, que no cuenta): cebarse en “It Doesn’t Matter” durante quince impresionantes minutos de bombo troglodita. Ahí arriba nos tenían y ahí arriba nos tuvieron hasta que dejaron el escenario después de pulirse canciones de sus tres largos para volver con un “Leave Home” más moderado que de costumbre (no en imágenes, ya saben, perros, polis y pipas), el ineludible “The Private Psychdelic Reel” de veinte minutos y el solo, sintetizador en ristre, del rubito. ¿Qué tienen el concierto planeado al milímetro de antemano? Ni ese pensamiento, ni el calor del polideportivo hizo que las cuatro mil personas allí convocadas (tres cuartas partes del aforo) dejáramos de bailar ni un solo instante en hora y media de imágenes sincronizadas y buena música. Un gran espectáculo, si señor.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.