Para los fans de siempre

Atreyu llevaban seis años sin pisar Barcelona. Esta vez lo hacían con “Long Live” (Spinefarm Records, 15) bajo el brazo y celebrando el décimo aniversario de la salida de “A-Death-Grip on Yesterday” (Victory Records, 06). La visita no podría haber sido mejor ocasión para los fans de siempre. Sin embargo, Razzmatazz 2 se presentaba un tanto desolada, con un aforo que no llegaba a la mitad.

A pesar de ser Hyde Abbey, una de las mejores bandas jovenzuelas de deathcore nacional, quienes abrieran la noche pareció no ser del todo un acierto. No al menos para esta ocasión. El público apenas sabía quiénes eran –aunque quiero pensar que supusieron un gran descubrimiento- y muchos no sabían cómo reaccionar, otros movían la cabeza por inercia al ritmo de las canciones del nuevo “The Devil Spokesman”, y pocos eran los que se atrevían a gritar letras de otros temas más conocidos de trabajos como “Ooparts”.

A pesar de las peticiones de formar circle pits que dieran algo de dinamismo a la escena que conformaba el público, éste prefería permanecer clavado en el suelo dejando que lo único que girara fuera la cabellera de Albert sobre el escenario.
Si así de calmada conseguía mantenerse la gente durante la tempestad sembrada por Hyde Abbey, no me quería ni imaginar qué ocurriría con Atreyu. Con ellos, el show continuó sobre el escenario. La banda dio una masterclass de cómo actuar y no aburrirte sobre el escenario. La energía que derrochaban, a la par que humor, fueron piezas clave para un concierto dinámico marcado por las canciones de toda la vida del grupo.

Porque a pesar de ser “Long Live” el último disco que sacaron, centraron su repertorio en temas de discos más que clásicos como “A-Death-Grip on Yesterday” y “Lead Sails Paper Anchor” (Hollywood Records, 07), del que faltaron hits como “Falling Down”. ¿Imperdonable?. Lo que pareció imperdonable fue más bien la duración del set, más enfocada a formato festival que no sala. Una escasa hora sirvió a Atreyu para desplegar su armamento y dejar un recuerdo memorable. Un concierto en el que el bajista se fundió entre el público y fue el epicentro de un circle pit que, a decir verdad, fue más bien parecido al corro de la patata. No creo que la parte melódica en que lo formaron fuera el momento más indicado, habiendo otros con mucho más potencial.

El bis -pocos minutos después de una versión de Bon Jovi que hizo vibrar la sala- como pocas veces suele verse de un solo tema, sonó a ritmo de “Lip Gloss and Black”. Una despedida por todo lo alto de su paso por Barcelona durante su gira del décimo aniversario de “A-Death-Grip on Yesterday”.