Angel Stanich, hacia el éxito
Conciertos / Ángel Stanich

Angel Stanich, hacia el éxito

7 / 10
Raúl Julián — 01-03-2016
Fecha — 26 febrero, 2016
Sala — La Cueva del Jazz en Vivo
Fotografía — Raúl Julián

Ángel Stanich visitaba la capital zamorana por tercera vez, disfrutando en esta ocasión de su mejor momento como músico tras pasear ininterrumpidamente y durante meses su directo por toda la geografía nacional. Un extenso rodaje con el que exprimir las virtudes de su primer largo, “Camino ácido” (Sony, 14), a través del que el cántabro ha ido sacudiéndose timidez progresivamente, en un hecho ahora palpable desde el primer instante sobre el escenario. La experiencia acumulada deriva en una puesta en escena sólida y agresiva, que incluye en su ejecución nuevas dosis de arrojo. Influye también la seguridad que da la respuesta convencida del público (completando el aforo de la sala y rendido de antemano), y el acompañamiento de un banda tremendamente solvente, con la que la complicidad resulta obvia.

El cuarteto muestra sobre las tablas unas influencias más amplias y jugosas de lo que la versión en disco de las canciones sugiere, completando así esa mezcla rock arenoso y folk marca y seña de la casa. Son ramalazos explícitos de blues o una enriquecedora psicodélica, que adornan con sentido a unas composiciones que lucen como diferentes paradas de un mismo viaje. A ello hay que unir un inteligente (y clásico) manejo de los tiempos, capaz de generar un ambiente que no pierde intensidad a lo largo de más de hora y media de actuación.

El vocalista aprovechó la ocasión para presentar algún tema nuevo, si bien los momentos más celebrados vinieron con piezas de sobra conocidas como “El outsider”, “Mezcalito”, la adaptación al castellano del “Hey Hey My My” de Neil Young, la propia “Camino ácido”, “Carbura!”, y por supuesto esa celebración masiva que siempre es “Metralleta Joe”. Buen momento para que el autor empiece a asumir riesgos adicionales, publicando nuevo material con el que consolidarse y aumentar el repertorio. Es en ése acomodo donde debería radicar la única pega en torno a las actuales presentaciones del autor, porque a nivel interpretativo resulta incuestionable.

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