250 años de blues
Conciertos / Wallace Coleman

250 años de blues

-- / 10
José Sanz Sáez — 29-05-2016
Fecha — 27 mayo, 2016
Sala — Sala Niágara, Santander
Fotografía — José Sanz Sáez

El cantante y armonicista, junto a los miembros de su banda, suman 250 años de experiencias y de blues, esas que son un grado y con el añadido del blues: dos. Con estos argumentos, hicieron vibrar la sala Niágara de Santander. Consiguieron encandilar el viernes 27 de mayo, a un público entregado que disfrutó de un gran concierto de rhythm and blues. Coleman, se acompañó de una banda eficaz y sin artificios, donde se mezclaban veteranía y juventud: la mejor manera de defender las raíces y la vigencia del blues.

Wallace Coleman (1936, Morristown, Tennessee, EEUU) está sentado en el sofá rojo junto al escenario. Mientras espera que comience el concierto, escucha la música de blues que suena en la sala. Mueve la cabeza tranquilo, disfrutando. Coleman, con cerca de 80 años, es un negro alto y delgado, de gorra calada y calma grabada en un rostro sonriente, que no aparenta tantos años de edad. La gente se le acerca, y él educado, les saluda, charla con ellos y posa para hacerse una fotografía con sus fans. Van llegando los músicos y mientras ellos abren el concierto, él espera un rato más. No hay prisas, los conciertos tienen sus formas y toca esperar un tema. Después de esa calma, todo pasa muy rápido. Dos horas de concierto, con un breve intermedio, y la maestría de un veterano que cantó templado, sopló y aspiró con garra la armónica y tocó con la varita mágica a un público que quedó encantado. La banda –compuesta por Steve Jordan a la batería, Alex Iribas al bajo, Reverendo Igor a los teclados, Jaybee Rodríguez a la guitarra y el maestro Coleman repartiendo experiencia y sabiduría–, practicó un rhythm and blues eléctrico, con el sonido Chicago como bandera, que trajo a la sala Niágara de Santander aromas de Muddy Waters, Memphis Slim o Sonny Boy Williamson. Fue un placer comprobar cómo Wallace, este artista del blues curtido en mil batallas y conciertos, sigue sobre el escenario con pasión, talento y una forma física envidiable. La trayectoria de Coleman se notó en cada paso que dio en Santander, todo lo que uno hace queda pegado a sus huesos. La pasión, como cuando se enamoró del blues con las emisiones nocturnas de la WLAC Nashville. El deseo de emular a sus ídolos, como con aquella primera armónica que le costó 50 centavos y con la que practicaba en los descansos en la panificadora Hough donde trabajaba. El interés por la música en directo, que le llevó a tener amistad con los artistas de blues que llegaron a Cleveland, su ciudad. Todo ello acabó con Wallace tocando regularmente con la banda de Guitar Slim. En esos conciertos le descubriría el maestro del blues Robert Jr. Lockwood. Impresionado por el toque de blues tradicional de su armónica, Lockwood le ofreció tocar en su banda, pero Coleman lo rechazó porque le quedaban pocos años para la jubilación. Aunque tal como se desarrollaron los acontecimientos Wallace no esperó al retiro y retomó la oferta en 1987, a los 51 años. Así, surgió una asociación de 10 años viajando por todo el mundo con la leyenda del blues Robert Jr Lockwood. Ya en 1997, Wallace Coleman formaría su propia banda y comenzaría una nueva etapa en su carrera, ganando en 2002 uno de los prestigiosos premios de Living Blues. Antes, como ahora, tuvo claro un objetivo: seguir con su pasión: la música. Esa misma fuerza motora, fue la que vimos en el concierto de Santander, la pasión. Que transmitió con su voz, su armónica y su banda. Todo ello encendió a un público apasionado que cantó, bailó y disfrutó de un concierto con R mayúscula: de los de Recordar.

Sala Niágara

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.