Bone. Coda
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Bone. Coda

7 / 10
Joan S. Luna — 25-08-2017
Empresa — Astiberri

Han pasado más de diez años desde que concluyera "Bone", una de las series estadounidenses de aventuras con las que mejor lo he pasado en mi vida. Se trataba de una odisea protagonizada por funny animals y varios humanos con los que establecían fuertes lazos. Todos ellos se veían obligados a cuidarse unos a otros, a convivir y sobre todo a luchar tanto con ratas gigantescas, las famosas mostrorratas, como contra un verdadero señor del mal. Por el camino aprendían a confiar unos en los otros, a conocerse a si mismos, a manejar sentimientos como el amor, la decepción, la envidia, el miedo o el deseo, manteniendo siempre el humor y las ganas de superar adversidades. Pero siempre será mejor que lean el tebeo y se dejen llevar ustedes viñeta tras viñeta de la mano de Jeff Smith, su autor.

Como les decía al principio, han pasado más de doce años desde que los Bone se despidieron de nosotros camino a Boneville, su ciudad, y un cuarto de siglo desde que su trayecto se inició. Y ahora, casi sin esperarlo, nos encontramos con una coda final a aquel cómic, con la que nuestros amigos desaparecen definitivamente por el horizonte. Unas pocas páginas en blanco y negro para que no nos olvidemos de ellos y de lo que supusieron para algunos de nosotros.

Ahora bien, aunque podría dar la impresión de que el máximo atractivo de “Bone. Coda” reside en las nuevas páginas que Jeff Smith ha dibujado y guionizado siguiendo la historia de Fone Bone, Phoney Bone, Smiley y Bartleby, no es así. Fundamentalmente por dos motivos. Por un lado, porque la historia es apenas un chispazo y se la lee uno en pocos minutos. Por otro, porque este es un lanzamiento para aquellos que quieren tener más detalles alrededor del propio Smith, de cómo saco adelante su obra más memorable y atemporal y cuáles son sus valores en palabras del historiador Stephen Weiner, que firma un centenar de páginas explicándonos todo lo ocurrido desde su punto de vista. Es decir, que en “Bone. Coda” las grandes protagonistas son, esta vez, las palabras, unas palabras que intentan transmitirnos toda la magia de aquellos nueve volúmenes que convirtieron a los niños en un poco más adultos y a los adultos en un poco más niños, sin trampas, sin falsa moral o moralinas torpes.

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