Resumen del 28 Concurso Villa de Bilbao
Especiales / Concurso Villa De Bilbao

Resumen del 28 Concurso Villa de Bilbao

Josetxo Rio Rojo / Unai Endemaño / Jon Romaña — 16-11-2016
Fotografía — I Me Mine por Rafa Robledo

Os presentamos un resumen de la 28 edición del Concurso Pop-Rock Villa de Bilbao en el que analizamos las semifinales de las modalidades Pop-Rock y Metal celebradas durante los meses de septiembre y octubre en la sala Bilborock, y las finales de ambas modalidades y la de Electrónica y Otras Tendencias celebradas la semana pasada. Una edición en la que el trío francés I Me Mine, el quinteto albacetense Insaniam y la artista baracaldesa RRUCCULLA se llevan los premios principales en sus respectivas modalidades (ver todo el palmarés).

Modalidad Pop-Rock por Josetxo Rio Rojo

Una nueva edición del Concurso Pop-Rock Villa de Bilbao hace que sean ya 28 las que han ido dando oportunidades a bandas y solistas, nuevos en algunos casos, algo más curtidos en otros, pero siempre representativos de las diferentes escenas del Estado. Este año, además de las cinco bandas vizcaínas que, como es habitual, juegan en casa y son mayoría, se clasificaron para las semifinales cuatro de Barcelona, tres de Madrid, dos de Nafarroa y una de Tarragona, Zaragoza, Cuenca, Málaga, Cádiz, Gipuzkoa, León y La Rioja respectivamente, sin olvidar dos representantes del Estado francés.

Y decimos sin olvidar porque precisamente desde Toulouse llegan los que a la postre han resultado justísimos ganadores de la presente edición. Una final celebrada el pasado sábado 12 de noviembre en el habitual Bilborock y en la que los sonidos nacidos en la década de los 60 han jugado un papel vertebrador en la musica de cada una de las tres bandas. El trío francés I Me Mine (foto encabezado), sin rehuír el uso de elementos pregrabados y electrónicos que les acercan por un lado a un tipo de vanguardia sónica y por otro a melodías que podrían firmar la ELO, o incluso, sin ningún rubor por su parte, Supertramp, y con una presencia escénica impecable, no ocultan que su raíz está plenamente anclada ya desde el nombre en esos años 60. De ahí toman las melodías y armonías que encumbraron a The Beatles en cada una de sus etapas, la melancolía costumbrista de The Kinks, la fuerza y energía de The Who y los desvaríos del más esotérico psych-beat para crear una música que, anclada en el pasado, suena a puro 2016. Un grupo hecho, con presente y prometiendo un futuro más que destacable. Como presente y futuro prometen los zaragozanos My Expansive Awarness, segundos clasificados y que ofrecieron en la final un espléndido concierto muy por encima de su participación en las eliminatorias. Son, hoy por hoy, una de las mejores bandas estatales a la hora de poner frente al oyente la psicodelia que nace del garage y de la tradición del rock americano clásico, capaces de llenar el escenario de lisergia en base a canciones y ambientes y cabalgar por entre el rock más espacial, con la inteligencia de guiñar en cada corte a grandes nombres del rock, desde históricos a underground, sin perder un ápice de personalidad. Y desde Barcelona, y muy amigos de los anteriores, The Zephyr Bones alcanzaron la tercera plaza. Tres chilenos y un catalán que haciendo uso de filtros vocales, instrumentales y una total prevalencia del reverb, usan el pop y el rock como base, combinándolos con psicodelia, ya sea reptante, ya sea ensoñadora, ya sea bailable. No eluden mantras de sintetizador y teclados, llegando al baile orgánico en mas de una ocasión. Enlazan con el surf y con el rock sixties, rozando el yeyé en algunas melodías, y por otro lado, en temas largos se adentran en el kraut a ritmo de metrónomo. Aunque eso sí, al contrario que los anteriores, sus prestaciones en directo fueron superiores en la semifinal, donde realmente sorprendieron.

Más allá de los finalistas, y en este mismo apartado pop-rock, las bandas locales Franco y Cavaliere se llevaron diferentes premios técnicos.
Pero pasemos a recordar las semifinales y al resto de participantes.

+ 1ª Semifinal (15/09): no había presencia local en la apertura de la nueva edición, pero sí una cierta esencia musical con gotas psicodélicas que pudiera unir la propuesta de los tres participantes, por diferente que ésta fuera en cada uno de ellos, demostrando los tiros estilísticos que imperan en la escena durante los últimos tiempos, y que la comentada final se encargó de reafirmar. Desde Barcelona, Redthread, con dos chicas al frente de la sección rítmica, aunque posteriormente bajista y guitarrista masculino intercambiaron instrumento, se decantaban por la ensoñación nacida del post-punk, oscura y recia, y sin dejar de lado ciertos y tangenciales toques progresivos. Mucho más ortodoxos con los senderos psicodélicos se mostraron los zaragozanos My Expansive Awareness, tal y como ya hemos comentado. Y también con cierta adscripción a la psicodelia se presentaba la banda de Reus The Krav Maga, con su flamante disco “Arché” a cuestas, publicado por el histórico sello H-Records, pero lo suyo bordea el lado más pop y hasta bailable, eso sí, eludiendo cualquier manto electrónico en pos de unos sonidos orgánicos que lo mismo van de guitarrazos clásicos a ritmos con fuerte personalidad funk.

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My Expansive Awareness por Zarata

+ 2ª Semifinal (16/09): más presencia femenina para una edición en la que al menos 9 formaciones contaban con ella. En este caso comenzando por los conquenses, y muy agradecidos a tenor de las veces que correspondieron, Fizzy Soup, que comentaron que la anterior vez que habían tocado en Bilbao fue en la calle. Sobre bases de guitarras muy rítmicas, elaboran un post-punk de corte contundente, joven, entre el hard, el stoner y también el pop, una mezcla perfectamente apta para el salto. Urgentes, con acercamientos tanto al ruidismo como a suaves gotas de funk.Los madrileños Sólo Astra derivan de El Viejo Astra, ya conocidos en el concurso, y llevan el ensimismamiento pop a primer plano, entre vapores psicodélicos que quedan algo deslavazados. Por momentos ofrecen desarrollos más instrumentales, cuando la voz aparece siempre escondida bajo efectos, entre el falsete y la cacofonía. Discontinuos y derivativos, buscan una cierta experimentación al estilo Mercury Rev. Mucho más contundentes resultaron Dekot, aunque en su caso la sombra de Belako es alargada. Sin miedo a dejarse mecer por la electrónica más bailable, la conjugan con ese after punk adscrito al movimiento de cabezas y melenas, al baile y al salto. Con doble presencia femenina, al bajo y a la voz, aunque es la guitarra quien parece llevar el peso principal de la banda, Dekot son de esos grupos que hoy en día pueden petar festivales, y que además, son buenos en lo suyo. Y se les nota que van mejorando tablas a medida que tocan más y más.

+ 3ª Semifinal (22/09): única jornada de semifinales que este cronista no pudo disfrutar en vivo por motivos personales. Pero que quedó cubierta, con permiso de las bandas, por el visionado de los excelentes vídeos, cubriendo íntegramente cada actuación, que ofrece la gente de Stereozona a través de su propia web o de la oficial del Concurso. Así que además de las primeras y excelentes impresiones, posteriormente confirmadas, que ofrecieron los franceses I Me Mine, dos bandas conformaban la terna. Los bilbaínos Franco, tras tan escatológico (como poco) nombre y embutidos en camisas hawaianas, dan buena cuenta lírica de todas las inmundicias políticas, financieras y sociales que hacen de éste un estado fallido. Y todo ello, respirable gracias al aire socarrón e irónico, y a un rock que vuela de la esquina punk a la pop, de la frontera ska a la disco, de la gamberrada a la reflexión indignada. Y los de Bilbao, entre saltos y ritmos dislocados, consiguen hacer bailar a lomos de bárcenas, aznares, gonzález y sus respectivas puertas giratorias. Cerraban el ya casi veterano trío pamplonica Amor de Tokyo, que a una intensa sección rítmica une la guitarra y parlamento de Roberto Urzaiz sobre un lecho de teclados y sintetizadores pregrabados, pero con fuste en todas sus composiciones. Densidad, reflexión, juegos rítmicos entre el pop, el rock y el post-punk, no eluden el baile ni la épica de festival al aire libre.

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Franco por Rada Robledo

+ 4ª Semifinal (29/09): una vez que los catalanes The Zephyr Bones asentaban sus credenciales para la final, tomaba el escenario el ahora trío Cavaliere, comandado por el guitarrista local Álvaro Segovia. Formación densa, condensada, granítica, que casi bordea el hard por momentos. Pero lo suyo es esa deconstrucción del blues a golpe de punk, de rock cortante, con una fuerza en la guitarra que contrasta con la fiereza de la batería y el bajo. Tal vez la voz de Álvaro estuvo muy seca, con falta de reverb, pero tienen canciones de sobra con pleno valor. Desde Málaga, J.J. Sprondel también en formato trío, tiraron de sabor viejuno, pero no guiri, sino más cercano a los años 70 españoles. De Bloque a Asfalto con guiños a Coz, o a Santana en algunos casos, a rock urbano y letras de irónico contenido político, mezclaron hasta ritmos morunos y andaluces con aire a Triana.

+ 5ª Semifinal (06/10): el dúo Lumi actuaban bajo pabellón francés, pero ellos mismos se encargaron de apuntar en euskera que eran de Lapurdi. Él a las programaciones y cajas de ritmo, ella a la guitarra eléctrica y voz. Y ambos yendo más allá de la folktrónica, siembran bases programadas, ritmos mecánicos, pero sin halo pop, encumbrando desarrollos de rock folk intenso, que perfectamente llega a la psicodelia, que avanza reptante, lento, creciendo y llenando el escenario. Los vizcaínos Heisenberg forman con dos guitarras, bajo y batería, y algunas pocas programaciones. Su base es el funk, pero alejado de la esencia pop deriva más hacia terrenos de hermandad con el hard y directamente con el AOR. Tanto que unas veces pueden sonar a unos amables Imagination, salvando las distancias y los falsetes, y en otros momentos a unos Red Hot Chili Peppers sin excesivo recorrido. Por su parte, desde Cádiz, Holögrama supusieron una nueva propuesta del día en forma de dúo con bases programadas y guitarra eléctrica. Pero aquí el alma sí nace directamente de la electrónica de baile, de club, para engarzarla con el shoegaze, el noise rampante, la psicodelia profunda, el kraut vía la repetición drónica, y en definitiva, el rock libérrimo, experimental, asonante y sin ataduras. Tanto que podrían ser declarados pasto de la sección nuevas tendencias, pero es la guitarra, que llega a ser acompañada por armónica, quien lleva el peso real de todo. Y en base a batería analógica incluso, consiguen un sindiós final, un pandemonio sónico que les acerca directamente a Sonic Youth y en el que, a pesar del caos aparente, todo tiene sentido y razón. Magnéticos.

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Holögrama por Rafa Robledo

+ 6ª Semifinal (13/10): desde Barcelona, Kinsale pueden parecer un trasunto femenino de los Proclaimers sin su sustrato pop o, más certeramente, de Coco Rosie. Nacen del folk para mirar directamente a los aires británicos, que llegan a sonar celtas, gaélicos, enlazando aún en la imaginación con leyendas de campo y brujas. Comparten acústicas y eléctricas, armonías vocales, canciones arrastradas y una lucidez y excelencia en la voz principal fuera de toda discusión. Consiguieron sonar frescas sin ser la alegría de la huerta. Sí venían precedidos de esa alegría los donostiarras Albert Cavalier. Con ellos la txabalería viene con fuerza y con las enseñanzas de Ty Segall a cuestas y bien aprendidas. Y sin olvidar al llorado Jay Reatard. Garaje sucio y llevado en volandas por un DIY que nace de la precariedad de medios por no alcance o por no querer alcanzar, y la exuberancia de ideas, garra y ánimos. Juegan, aunque ello les pueda llevar a veces a perder. Pero convencieron cuando sacaron fuerza en muchos casos del elemento pop que atesoran. Los catalanes Ramón & The Go Go Dancer tratan de demostrar que la historia del chamán es connatural a la historia del rock, como la del circo ambulante envuelto en vapores de rock clásico que paseó tanta gente durante los primeros 70, justo antes de transformarse en dinosaurios. El alter ego de Ramón ofrece eso, entre histrionismo, rock clásico que lo mismo toca la psicodelia como lo callejero, pero que en ocasiones resulta algo excesivo, por más que tenga cosas de interés su rock and roll circus.

+ 7ª Semifinal (20/10): abrieron la penúltima jornada los riojanos Tempo Phobia, banda numerosa de formación clásica, bajo, teclas, batería, dos guitarras, la mayoría de las veces acústicas, otras eléctricas, más dos vientos, y sonaron suaves, sin distorsiones, entre el soft rock y un pop rock de raíz folk, luminoso, saltarín, positivo al menos aparentemente, como parte de esa numerosa parroquia de cantautores que pueden mezclar ritmos bailables pero sin pasar por el funk. El bilbaíno Solitary no oculta su propuesta ya desde el nombre, él sólo con su acústica y una esporádica presencia de la armónica. Y no oculta su proyecto ya desde la introducción (presenta todas) de una de las canciones: “cuando compongo no pienso en folk ni nada de eso. Pienso en las películas de vaqueros que veía de pequeño y la música que me hace evocarlas”. Pues eso es, ni más ni menos. Folk de esencia desértica, americana, con algún apunte más pop, y alguna incursión casi bluegrass hacia el final. Final de jornada que estuvo en los ánimos de Allrighters, desde León, demostrando que seguramente sea la ciudad con mejor gusto musical por metro cuadrado. Ellos se empapan de beat con todas las ramificaciones capaces de hacerlo sabroso. Toques de suciedad 70's, pop barroco, espíritu mod, guiños a las guitarras destrozadas en un garage y beat pop del que hace bailar el espíritu. Evidentemente, pueden tener falencias y combinar grandes melodías con alguna canción algo más floja, pero tienen intacta la capacidad de animar cualquier fiesta.

+ 8ª Semifinal (27/10): y punto final abierto por los madrileños Sorry Kate, con su planteamiento puramente electrónico, pero no exclusivamente incitando al baile, sino que demuestran saber ir por derroteros reflexivos cuando así lo buscan. Igualmente no obvian algunos aromas a músicas del mundo. Tres tíos, electrónica, sampleados, sintetizadores... algo muy actual y celebrado en festivales cuando, como en este caso, tiene su base en el pop. Los navarros Baobabs Will Destroy Your Planet ofrecen largo nombre y canciones de pura médula pop, bebiendo directamente de toda la trayectoria del indie español, encontrando una similitud excesiva con planteamientos llevados por Fernando Alfaro a la hora de buscar piezas pop con personalidad propia. Cantan en euskera, su sonido es efectivo, resultón y funciona, aunque por momentos puede perderse en cierta monotonía monocolor. Y cerraron la presente edición del Villa los madrileños Los Ramblings, que parecieran querer restaurar los caminos del garage, pero, sin olvidar el lo-fi y las tendencias malasañeras, entregándose más a las oscuridades que no basan todo en la melodía, sino en la fuerza. Pero que sin embargo adoptan sorprendentemente muchos manierismos del rock de estadio, tan poco asimilables al garage-rock. Lo que los acerca más a propuestas propias de rock urbano o pop-rock de aire comercial.

 

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