"Politomania" y el paso del tiempo
Especiales / Penelope Trip

"Politomania" y el paso del tiempo

Ernesto González — 06-10-2015
Empresa — Munster Records
Fotografía — Archivo

Esta misma semana Munster Records reedita en vinilo "Politomanía". La nota de prensa hace referencia  a un "contexto crítico poco favorable" para la recuperación del que fue primer disco de Penelope Trip y una de las piedras fundacionales de la independencia de los 90. En realidad desde MondoSonoro creemos que tan coyunturales son los ataques furibundos que de un tiempo a esta parte ha recibido la generación "noventera" como la indulgencia con la que en algunos casos se les pudo tratar en su tiempo. Por eso le pedimos a Ernesto González que recuperara con el mayor rigor posible todo lo relativo a la publicación de "Politomania" allá por 1992. Y este es el resultado...

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Más de dos décadas contemplan la publicación de “Politomania” (Munster Records, 1992), primer álbum de los gijoneses Penelope Trip. Un quinteto de jóvenes inquietos y arriesgados que revolvieron el modesto panorama de la música alternativa española de comienzos de los 90.

Cogiendo el testigo de los francotiradores proto-indies, (Cancer Moon, Los Bichos, Surfin’ Bichos, Demonios Tus Ojos, Aventuras De Kirlian, etcétera) los protagonistas de esta historia, Munster Records y Penelope Trip , mostraron su arrojo. Concibiendo y grabando un disco nada autocomplaciente, los unos; y publicándolo sin reservas, el otro.


 

1992 | El cénit de la España del desarrollismo post franquista

1992 fue el año del quinto centenario del descubrimiento de América, el del estreno del AVE en España, el de las Olimpiadas de Barcelona, el de la Exposición Universal de Sevilla y, a juzgar por tanta efeméride de relumbrón que hoy nos lo recuerda, el año del despegue de esta España nuestra, o al menos el año clave de la promoción del floreciente estado de las Autonomías que nació con la Constitución de 1978.

Un elenco de eventos que eran la guinda para una supuesta “transición modélica”. Un segundo “desarrollismo”, menos acomplejado y mejor valorado que el de los años 60 por nuestros vecinos europeos, y probablemente más real, pero tan pretencioso o más que aquel.

En ese contexto, se presentaba una generación de jóvenes, -mayoritariamente nacidos en los 70 y esparcidos por todo el territorio nacional-, inquietos musicalmente hablando, y con pocos o ningún prejuicio a la hora de emular a sus ídolos y dar rienda suelta a su imaginación.

Entre todas las opciones que aparecieron durante aquellos años, una de las pioneras, y a la postre más representativa, fue la que ofreció Penelope Trip. Quinteto formado por Pedro y Juan Carlos (Guitarras), David (Bajo), Cova (Batería) y Tito (Voz). Tanto su EP de debut, “Hammerhead” (Munster, 1991) como su primer álbum, “Politomania” (Munster, 1992) fueron sus cartas de presentación.


 

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La intrahistoria | Una relación turbulenta

Con poca experiencia, un presupuesto muy modesto, sin un productor que les guiase y una técnica que ellos mismos califican como limitada, alumbraron un disco, “Politomanía”, que hoy en día, en cuanto a intención y concepto, es un notable y orgulloso reflejo de su tiempo. Sin olvidarnos de que contiene canciones de gran valor, con melodías inspiradas y atmósferas conseguidas, así como un estilo propio y reconocible.

En cualquier caso, “Politomanía” no hizo sino confirmar lo que Penelope Trip apuntaba en “Hammerhead”: variedad de atmósferas que iban desde Décima Víctima a My Bloody Valentine, bases rítmicas contundentes, guitarras que pasaban de lo armónico a lo inarmónico en el mismo compás y melodías preternaturales, susurradas, livianas, muy shoegaze.

Asimismo, fue una revolución y uno de los discos mejor valorados por la crítica en 1992, año en el que también fueron publicados, por ejemplo, “Flock, Colibri, Oil” de Cancer Moon o “Hermanos Carnales” de Surfin’ Bichos.

La relación entre Penelope Trip y Munster fue casi siempre complicada. Iñigo, sin embargo, no duda en defender su intención y dejar claro que vio potencial desde el principio: “La maqueta me gustó porque no había grupos ni medio parecidos por aquí, eran muy innovadores, no lo dudé”. El grupo, por su parte, dice: ”Estamos hablando de un momento en el que apenas había sellos independientes. Munster fue quien primero contactó con nosotros y nos ofreció grabar, por lo que aceptamos”.

Al margen de las razones por las cuales establecieran su relación contractual, Iñigo reflexiona sobre las susceptibilidades que fueron desatándose poco a poco tras la publicación de “Politomanía”: “Hubo algo de inmadurez por ambas partes: por parte del sello y de la banda. Ellos eran chicos muy jóvenes y el grupo empezó a tener repercusión y todo se sobredimensionó.

La relación era extraña y difícil por la personalidad de cada uno. Ellos trabajaban de forma democrática y participaban todos en las reuniones y en la toma de decisiones. Esto, no siempre funciona.

Los flirteos con Elefant no me molestaron, ni lo de Alienor. Todo formaba parte del plan de que el grupo pudiera hacer lo que le diera la gana. Y estas cosas, desde mi punto de vista, suman y son buenas para todos. Si Luis –Elefant- les invita a hacer una gira (la Gira Noise Pop), no hay problema por mi parte. Tampoco lo hubo con la cassette de “Galaxina” que distribuyó Elefant ni con el EP que publicó el sello francés, Alienor”.


 

El presupuesto

De cualquier manera, Munster decidió apostar fuerte y pagar la grabación del primer álbum de la banda, tal y como apunta su jefe: “Las grabaciones las pagó la compañía y por lo tanto somos los propietarios de los masters. En aquellos días había que pagar las grabaciones y los gastos derivados de la fabricación. Fue una apuesta, que podrían haber hecho otros pero que hice yo”.

Los gastos de grabación rondaron las 100.000 pesetas (600 €), según confirma la propia banda, y fueron asumidos en su integridad por el sello, algo que no siempre era así en Munster. Este dato, el del presupuesto, no es baladí. Tuvo mérito, mucho mérito, grabar un disco como “Politomanía” con 100.000 pesetas. Sin ir más lejos, “Loveless” (Creation, 1991) de My Bloody Valentine, y lo comparo con toda la intención, costó unas 200.000 libras esterlinas -en un ni para ti ni para mi entre las cifras que barajó la prensa y las que ha dado Kevin Shields- que al cambio de la época rondaría los 40 millones de pesetas. Identifico “Politomanía” con “Loveless”, siempre lo he hecho. Para mí, es nuestra esencia de pop ruidista.


 

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La grabación y las influencias

Carlos Redondo, que en paz descanse, bajista de Los Locos y técnico de sonido, ejerció, junto a su compañero Paco, como guía y técnico de los emergentes grupos asturianos. Llama la atención que no fuera Paco el encargado de grabar “Politomanía” pero tiene su explicación. David, alumno de Carlos, que fue quien le enseñó a tocar el bajo, comenta: “En ese momento con Carlos nos entendíamos mejor, era mi profesor de bajo, había grabado las primeras maquetas y la experiencia con Paco en 'Hammerhead EP' no nos había dejado muy a gusto. De todos modos el segundo LP sí está grabado con Paco. Aunque tenía un concepto de la música muy distinto al nuestro, Carlos intentaba plasmar todo lo que queríamos hacer, apenas intervino más que intentando dar forma a lo que le pedíamos”.

Respecto al equipo que utilizaron y en las condiciones en las que grabaron, apuntan que: “Teníamos poco equipo, y de mala calidad, por lo que supongo que grabamos con equipo que nos dejó Carlos. El estudio en realidad era una casa, en la que vivía la abuela del dueño, Moyano, y estaba cocinando, recogiendo…”.

Uno de los encantos más notables de “Politomania” es la base rítmica, muy robótica. David nos confirma que utilizaron un secuenciador Cubase sobre Atari ST y que “los sonidos de batería que suenan en el disco no son los naturales, son secuenciados. En ese momento usar secuenciadores era algo bastante nuevo”.

Por lo demás, el sonido no es enrevesado ni pretencioso. Sobre la base perfectamente discernible, se montan las guitarras, adornadas con muy poquitos efectos (distorsión, flanger y poco más), y las melodías. Gracias a esa efectiva base, tanto guitarristas como cantante campan a sus anchas en los ocho cortes del álbum. Ocho temas concebidos y compuestos por todos los miembros del grupo, que decidieron no usar ningún idioma sobre el que apoyar las melodías. David matiza: “Desde el principio tuvimos una estructura de composición muy descentralizada. Cada uno hacía lo que mejor le parecía con su instrumento. En el caso de Tito decidió no utilizar ningún idioma reconocible al usar su voz y a los demás nos pareció bien. Alguna vez Cova sí propuso hacer letras, pero a los demás nos parecía buena idea seguir haciendo lo que hacíamos. Nunca entendí por qué las canciones 'deben' tener letras o expresar algo verbalmente. Es absurdo. Si fuera así, la música instrumental no existiría. Yo de todos modos no descarto que Tito saque un día un libro en el que desvele todas sus letras e igual nos llevamos un susto con lo que contaba: rollo Jota o algo”.

Por otro lado, no hay que olvidar que aunque el grupo haya huido siempre de la pompa, con esa actitud tan terrenal y autocrítica suya, sí que hay elementos que invitan a pensar que eran del gusto por el artificio, y de paso matizar que desde mi punto de vista esto no es nada censurable, ni mucho menos. No obstante, ante la pregunta de por qué se incluyeron trozos de diálogos de películas (el inquietante “Yo vigilo a mis sirvientes” de “La monja poseída”) y que qué aportaban a las canciones, si funcionalidad o pura estética, David responde que: “Ambas cosas, que en realidad son lo mismo ¿Acaso la estética no es funcional?”.

El ritual por el artificio aparece también en los títulos de las canciones, de gran sonoridad: "Tigre Moon", "Overdriver" o "Helly". Títulos que no venían de ningún sitio ni ayudaban a nada en concreto: “Los títulos era lo último que poníamos a las canciones; cuando estaban acabadas quedábamos y una a una les íbamos poniendo el título. A veces las tocábamos durante meses sin título, llamándolas cosas como 'la nueva', como hacen la mayoría de los grupos, supongo”.

Varios de los componentes de Penelope Trip dirigían en Radio Kras un programa llamado “El rock de la langosta”. Además de servir como catalizador, alimentaba su consumo de música. Al preguntarles por la influencia que pudo haber tenido “Loveless” en la concepción de “Politomanía”, así como por cuáles eran sus influencias principales, nuestros protagonistas responden que: “'Loveless' no influyó porque acababa de publicarse cuando grabamos 'Politomania', y apenas lo habíamos oído. Probablemente nos influyó más 'Isn’t Anything' (Creation, 1988). En aquel entonces escuchábamos mucha música pero cada miembro del grupo tenía sus propias influencias. Además de los nombres más típicos como My Bloody Valentine, Jesus And Mary Chain, Pixies, Smiths o Sonic Youth, escuchábamos a grupos bastante variados. Por decirte algunos con diferencias claras entre ellos: Felt, Mercury Rev, Birthday Party, Throwing Muses, Cocteau Twins, Rapeman, Pussy Galore, UT o los Pastels. Y seguro que ese tipo de escuchas influyeron aunque no buscásemos sonar como ninguno en concreto”.

Algo que choca con la opinión de Iñigo Munster: “Penelope Trip me parecía un grupo de garage, al igual que también me lo parecían Jesus & Mary Chain”, a lo que añade, “me hace gracia lo de que Munster era un sello de garage”.


 

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1992 Vs 2015

La edición en vinilo de 1992 fue prensada de aquella manera y suena a eso, a vinilo de 1992. En esos días, no se tenía especial cuidado con el proceso de corte (en el que se generaba el máster a partir del cual se fabricaba el disco). Los técnicos de Tecnodisco solían ser muy conservadores y rara vez se arriesgaban a llegar ni siquiera a los "0 dbs", obteniendo resultados desalentadores en el audio en cuanto a volumen y presencia. Además, el “gramaje” era muy inferior al que, por ejemplo, se utiliza hoy en día en el que es raro ver vinilos de menos de 140 gramos. Aunque hay opiniones para todos los gustos, parece que existe una relación clara entre el gramaje y la calidad de reproducción, cuanto mayor sea el gramaje, mejor calidad de reproducción, gracias a la mayor profundidad del surco.

Por último, tampoco la impresión de la carpeta fue la idónea. En este sentido, Iñigo aclara que no habrá mejoras sustanciales en la reedición: “En cuanto a la portada y la funda interior, ambas serán iguales que el 1992. El vinilo será de 140 gramos, creo”.

Sea como fuere, “Politomania” no será recordado sólo por el arte de la portada, obra de Luis A. Mayo, amigo y mentor del grupo y responsable de haber establecido el primer contacto entre ellos y el sello. Uno de los episodios más bizarros de esta historia fue la manipulación, por parte de Iñigo, del collage de la portada y la conversión de la bandera de España, que porta un soldadito incluido en ella, en una suerte -como apunta el propio grupo- de bandera andaluza. “No lo consulté con el grupo, lo hice porque no me parecía apropiado, sobre todo por el año que era, 1992”, argumenta Iñigo. Sin embargo, para Penelope Trip aquel episodio fue un punto y aparte y al ser preguntados sobre si aquello fue el principio de la susceptibilidad de la banda respecto al sello, David es claro: “No. La portada del 'Hammerhead EP' también se modificó en Munster. Tito había hecho un diseño que retocó Gorka, el hermano de Íñigo y lo dejó bastante irreconocible. El resultado no es malo y de alguna manera configuró durante un tiempo la imagen del grupo, pero todas esas espirales amarillas, y ese tono psicodélico no estaban en el diseño original. Lo de la bandera, en fin, se comenta solo. Yo entiendo su susceptibilidad, a mí sin ir más lejos, también me gusta más la bandera medio andaluza del diseño censurado. Pero cambiar una parte del diseño a un artista de tu sello sin decirle nada es injustificable”. En un intento, supongo, de mantener la esencia de aquel disco impoluta, el sello vuelve a editarlo con la bandera re-coloreada.

Por otra parte, Iñigo confirmó durante nuestra conversación que todos los procesos de audio y fabricación de la reedición han sido mejorados de manera importante: “Se han utilizado los masters originales y se han remasterizado, aunque sería más correcto decir que se han masterizado por primera vez, porque en el 92 no era habitual este proceso. El sonido final ha mejorado, también debido al prensaje, mucho mejor que el de 1992”.

Ante la pregunta de si tiene sentido la reedición y cuáles han sido las razones de la misma, Iñigo responde: “Han pasado un montón de años (23 para ser exactos, le aclaro) y creo que hay interés en él. Además, es un disco que merece ser reeditado”. David, bajista y portavoz del grupo en esta entrevista, por su parte aclara: “Nos hemos enterado casi de casualidad y no hemos intervenido en nada. Nadie nos ha llamado para pedirnos la opinión ni mucho menos permiso. No nos parece ni bien ni mal. Si vale para que alguien que lo quiera, pueda tener el disco en vinilo sin pagar los precios de la segunda mano, pues vale”.


 

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Las ventas

Otro aspecto controvertido, y que dio pie a más de un encontronazo entre sello y grupo, fue el de las ventas. Según Iñigo: “Las cifras de venta que empezaron a manejarse no tenían nada que ver con la realidad. No sé, una mezcla de desconfianza, celos y mal asesoramiento”. Más tarde apostilla, “dejamos de vender el disco en cuanto firmaron por RCA. A esa fecha, habíamos vendido unos 1.500 vinilos”.

Estos guarismos nunca cuadraron con las expectativas del grupo. “No tenemos ni idea de lo que se vendió. No se trataba solo de nuestras expectativas por la repercusión que estaba teniendo. Sabemos que se hicieron tiradas a nuestras espaldas, aunque fueran de unos centenares de copias. ¿Nos hubiésemos hecho ricos? Pues claro que no, pero cuando una parte no es clara o te oculta información, desconfías”, afirman.


 

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El directo

De cualquier manera, no es arriesgado pensar que tanto “Politomania” como los propios Penelope Trip podrían haber llegado mucho más lejos si hubieran explotado su directo. Iñigo se queja diciendo que: “No eran operativos en directo y se movían poco y esto no les hizo bien. No fueron como Australian Blonde, por ejemplo, que no pararon de tocar. Que yo sepa, nunca tuvieron manager durante su etapa en Munster”.

El grupo, por su parte, recuerda cómo era su directo: “En los conciertos solía haber mucho baile y pogo, la gente saltaba desde el escenario…” y que varias canciones de “Politomania” formaron parte de su repertorio durante los años posteriores. “Canciones como 'Helly' y otras como 'Ingrid Superstar' o 'Spycho' que seguimos tocando durante años”. Doy fe de que sus conciertos eran una locura. Me lo recordaba un amigo al intercambiar pareceres sobre el álbum y el grupo apuntando que... “haría énfasis en los conciertos, siempre nos volvían locos. Y era guay que de sampler usaran una simple grabadora acercándola al micro para poner frases o la sintonía de movierecord...”. Probablemente, si se hubieran pateado el país, se habrían hecho mucho más grandes.


 

Qué pasó después de “Politomania”

Pese a todo, un persuasivo Iñigo logró que el grupo continuara en el sello y publicará un álbum más, “Usted morirá en su nave espacial” (Munster, 1994). Recuerda cómo los convenció, pese a tener apalabrado un contrato con La Fábrica Magnética: “Ellos eran cinco personas, a cual más dispar. Tuvimos una o varias reuniones, la verdad es que no lo recuerdo. Algunos querían seguir y otros no. La reunión definitiva tuvo lugar en la sede de Comforte (subsidiaria de Semaphore Holanda que funcionó en España entre los años 92 y 95 bajo la dirección de Iñigo Pastor) y, quizás, pudieron jugar a nuestro favor las nuevas instalaciones y la distribución de algunos sellos y artistas, quizás esto les impresionara”.


 

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A modo de conclusión | Envejecer

Una de las posibles consecuencias más devastadoras del paso del tiempo es el olvido. “Politomania” se publicó en 1992, y a juzgar por las exiguas escuchas que tienen en Spotify dos de sus mejores canciones, “Tigre Moon” y “Helly” (ambas menos de mil) y de los pobres resultados (poco más de mil quinientos) que se obtienen tras una búsqueda en Google del título del disco, los años no están siendo justos con él.

Artísticamente, la realidad, en mi opinión, es otra muy distinta, ya que el disco conserva impoluta su frescura y sigue sonando actual. La falta de una “producción” real le ha hecho más bien que mal, y su modesto, que no pobre, sonido sigue teniendo un gran encanto. Las canciones, al margen de "Demo" que siempre me ha parecido un ejercicio de estilo, eran buenas en 1992 y siguen siéndolo hoy, en 2015. Al margen de los recuerdos, más o menos positivos, "Helly" y "Tigre Moon" me siguen pareciendo unos pelotazos, nuestra más alta cota shoegazing.

David se sincera al respecto diciendo: “Hace tiempo que no hablo del tema con el resto del grupo y el concepto 'envejecer' me repatea un poco hablando de discos. Como comenta nuestro amigo Luis Mayo, el autor de la portada, 'no envejecen los discos, envejece la gente'. Pero ahí sí que podemos tener diversidad de opiniones. Tito probablemente es el más crítico y yo el más benévolo. Creo que a pesar de las limitaciones técnicas con las que fue grabado es un disco que se deja escuchar muy bien y tiene algunos temas muy logrados. Además escuchándolo sin prejuicios se puede observar como el supuesto mimetismo que algunos le achacan no existe, y que Penelope Trip no era un calco de ningún grupo. Sí éramos un grupo que hacía una música englobada en un estilo, pero con una personalidad muy marcada”.

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