Mark E. Smith y The Fall: una carrera en quince momentos
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Mark E. Smith y The Fall: una carrera en quince momentos

Marcos Gendre — 26-01-2018

Posiblemente no haya grupo más complicado que The Fall a la hora de condensar una trayectoria en varios momentos puntuales. Lo vamos a intentar, al menos para recordar que, desde la explosión del punk británico, no ha habido banda más regular y fértil que la comandada por el inefable Mark E. Smith. Brindemos por él.

Live At The Witch Trials. Psicomafia

La piedra de toque, el comienzo de largo. Tras tres años de entrenamiento psicótico, en 1979 materializan su primera obra de peso. Las canciones están supeditadas a un efecto de paranoia agorafóbica. Mientras Mark hiperboliza el reduccionismo del mal vivir mancuniano, la música fluye a borbotones, inyectada en un caudal deslavazado de DIY monotonal. Es como si sus palabras buscaran huir de los subrayados nacidos de la pericia intuitiva descrita por Yvonne Pawlett, Marc Riley, Karl Burns y Martin Bramah, sus socios para la ocasión. Por cierto, ni directo ni nada, estudio de estercolero.

Grotesque y la primera gira norteamericana

Antes de publicar “Grotesque”, en noviembre de 1980, The Fall ya habían pasado a comienzos de año por una de esas experiencias que a Mark le servían para envalentonarse, y exprimir al tope la naturaleza a contracorriente de “su” banda. La ocasión no podría ser más ideal y terrible: una gira por Estados Unidos, donde alunizaban por primera vez. “Fuimos hasta Los Ángeles, pero toda la gente de allí odia a las bandas inglesas”, comentaba Smith. “Puedes imaginarte a las nuevas bandas en la onda Virgin que van allí, se meten cocaína y se ponen a tocar para todos aquellos grasientos idiotas coquificados en las salas grandes, donde solamente quieren escuchar guitarras fuertes”.

Hex Enduction Hour, vacaciones en Islandia

Mark es un arquitecto de formas retorciéndose en su estómago. Y “Hex Enduction Hour” (1982), un vómito art-punk canceroso que suena como una jam session en la que sus integrantes parecen estar sufriendo una lobotomía. Arrastrados por la salvaje base rítmica de pulso repetitivo, su cadencia tribal abre los espacios para que se cuele un desfile grotesco de teclados enguarrados y guitarras desquebrajadas. Entre semejante adicción a la mugre, destacan la fábula desquiciada de “Jawbone & The Air-Rifle”, la rítmica apisonadora de “The Classical” o la crítica despiadada de “Deer Dark”, las cuales emergen dentro de un temario escrito por un Mark experto en reventarse las almorranas a la hora de componer.

Brix Smith, un toque pop

En 1983 The Fall se encuentran en plena gira americana. En abril de aquel mismo año tocan en Chicago. Tras acabar el concierto, Mark E. Smith se encuentra con una fan del grupo que responde al nombre de Laura Elisse Salenger, y que en muy poco tiempo será conocida como “Brix Smith”, y cuyas primeras palabras a Mark lo explican todo: “Le dije: ‘¡Me ha encantado el concierto, pero no entiendo ni una puta palabra de lo que dices!’”. De ahí a ganarse su corazón, un paso.

9/2/1983 Los belgas están jodidos

Nuevamente, las palabras de Mark E. Smith no necesitan más aclaraciones. “Yo estaba en el escenario y apenas habíamos comenzado con el set cuando de repente la música se detiene y aparece un chico con un uniforme gracioso que se pone de pie junto a mí mientras me encañona ‘la cabeza con un maldito revólver’. Yo pensé: ‘Oh, este tipo no puede ser un policía, porque el uniforme es tan estúpido. No es más que un lunático local’. Así que me dije: ‘Vete a la mierda’, y seguí cantando. Luego, se cortó la corriente de golpe y él me dice: ‘Date la vuelta o te pego un tiro en la puta cabeza’. En serio. Los belgas están realmente jodidos”.

Oh! Brother. Adiós, Rough Trade

Tras abandonar Rough Trade, el siguiente apeadero de The Fall fue Beggars Banquet, sello por el que ficharon en mayo de 1984. Su primer single para su nueva casa, “Oh! Brother” (1984), fue una manera de espetarles en los morros: “Mirad lo que os estáis perdiendo”. Por su propia naturaleza a contracorriente, no había lugar a la duda de que su respuesta iba a ser una postura más vendible, dentro de los parámetros aplicados a una banda como The Fall. Más aún, “Oh! Brother” es la primera canción del grupo que admite epítetos menos ariscos. La demostración de que Mark también tenía su corazoncito pop.

C.R.E.EP., Morrissey en el objetivo

Si “Oh! Brother” indicó un perfil más accesible, el siguiente single fuera de Rough Trade, “C.R.E.E.P.” (1984), fue la constatación de su venganza sobre su anterior sello y su nuevo grupo estrella, The Smiths. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que a través de su ejercicio pop más certero? “C.R.E.E.P.” orbita sobre los coros aéreos de Brix, mientras Mark se centra en colocar el cepo a su presa, Morrissey. “He is a scum-egg, a horrid trendy wretch” [Es un mierdas, un desgraciado repelente, a la moda].

The Wonderful And Frightened World Of The Fall, el nuevo rock’n’roll

Sin concesiones. En pleno 1984, el que se esperara un edulcoramiento en los sabores que se fuera a paseo. Es bajar la aguja y volver a sentir la brutalización de la paranoia al tope. La carrocería está engrasada por una cadencia trepanadora. “Elves” avanza sobre los raíles de “I Wanna Be Your Dog”, “Copped” es la versión no-dub de “Metal Box” (1979) de P.I.L. La primera cara únicamente ofrece un respiro en el corte abrupto que se produce en el estribillo de “Lay Of The Land”. Estamos hablando del nuevo rock & roll, pero a partir de una métrica kraut, fusionada con la agresividad frontal de The Stooges.

This Nation’s Saving Grace, la polémica

La inercia es imparable. Estamos en 1985, y la cosecha sigue tan lozana. Entre las nuevas hijas rabiosas de Mark, “Paintwork” abriga unas líneas dedicadas a la catástrofe de Heysel. Polémica al canto. Consecuencia: tienen que cancelar su gira italiana del 85. En un espectro más positivo, “L.A.” es la aportación más relevante de su nuevo aliado pop, Simon Rogers. Su trabajo de secuenciación mete de lleno a Smith dentro del mundo de la electrónica. Otra de las contribuciones de Rogers es la de “Spoilt Victorian Child”. Pero mientras él pensaba que había moldeado un calambrazo de punk sucio, Mark se refirió a este como “música de laúd”. Rogers se sintió herido, pero, en cambio, aprendió rápidamente cómo funcionaban las tácticas inspiradoras de Mark.

Hit The North, revolución efímera

Publicado en 1988, este single es una simplificación pre-Madchester del orgullo norteño exhalado en “The N.W.A.”. Una fluctuación rabiosa en su equidistancia entre disco y tecno, sobre la que Mark tira de catálogo personal. Gemidos, subidas de tono de naturalidad desconcertante, un estribillo sesgado hasta su evocación onomatopéyica. Y quizá por no dejar de ser The Fall sus autores, su intento fue en vano. Número 57 en las listas, y algo peor. “Perdimos la mitad de nuestra base de fans con esto, porque todo el mundo pensaba que era música disco. Todo el mundo pensaba: ‘Coño, se han vendido’”, llegaría a reconocer Smith.

Extricate, ¿Madchester?

Con la vuelta de Martin Bramah, el sonido vuelve a teñirse de decoloraciones garaje sesenteras y rockabilly, con “Sing! Harpy” y su versión del “Pop Corn, Double Feature” del 67 de The Searchers como ejemplos más relucientes. Esta última fue uno de los singles extraídos de este álbum, publicado en 1990, durante la efervescencia de Madchester. En su cara B, se encuentra el secreto mejor guardado, “Arms Control Poseur”. Para este corte es como si Mark hubiera ingerido el “Bummed” (1988) de Happy Mondays y hubiera estirado sus pistas en un hálito de psicodelia efímera. El speed que dinamitaba sus primeras canciones se ha metabolizado en una recreación impresionista del amor tóxico que denomina al éxtasis. Rock en vena sin cortar.

Idiot Joy Showland

Mark siempre fue la némesis de todos y cada uno de los grupos surgidos en Mánchester tras Joy Division. Tal fábrica de clones tuvo feroz respuesta por su parte, quien, a través de “Idiot Joy Showland” -incluida en el álbum de The Fall “Shift Work” (1991)-, repartía insultos y cachetes como “un grupo de gusanos” y “grupos estúpidos sin forma ni molde”. Y lo hacía a ritmo de funk más contagioso que cualquier single publicado en aquel año. ¿Alguien da más?

The Infointament Scan, en la pista de baile

El álbum más redondo de The Fall en los noventa. Tal hecho se traduce en una apisonadora de ritmo infectado de house -“League Moon Monkey Mix”-, techno epiléptico –“A Past Gone Mad”-, glam a lo The Sweet –“Glam Racket”-, dance-rock al tuétano –“Paranoid Man In Cheap Shit Room”-, un single modélico –“Ladybird (Green Grass)”-, retazos de música club en “Service”, un par de muestras rock marca de la casa -“It’s A Cursed” y “The League Of Bald Headed Men”- y minimalismo de beats caseros -“Light/Fireworks”-. A semejante orgía de tonos y fibra hay que sumar tres versiones sin desperdicio: El ska hipervitaminado de Lee Perry en “¿Why Are The People Grudgeful?”, la revisión del clásico de la música disco “I’m Lost In The Music” y el pop radiante de “I’m Going To Spain”. ¿El clásico olvidado de los noventa?

The Unnuterable, rave rock

Antes de que James Murphy se convirtiera en el Tarantino del pop, Mark ya llevaba décadas dando coces post-punk de gran eco. De Pavement a LCD Soundsystem, todas las nuevas tribus mamaron de él. En pleno cambio de milenio, y con veinte discos de estudio a sus espaldas, le volvió a dar una lección a todos sus alumnos. Una rave rock que de haber sido firmada por un grupo nuevo, habría copado las listas de lo mejor del año en Pitchfork y demás corporaciones del hype. Ni más ni menos.

Ersatz G.B., supervivencia

En 2011, y todavía dando guerra. Lejos de cansar, lo que pasa es que uno siempre quiere más de lo mismo, y Mark te lo daba, aunque siempre bajo aspectos renovados. Así ocurre en esta cromática continuación del brillante “Your Future, Our Clutter” (2010). Una vuelta de tuerca más rock que post-punk sobre el sonido desatado de “Hex Induction Hour” (1982). Todo con tal de poder seguir mirando al futuro sin necesidad de dar un paso lejos de su propio universo. Así ha sido durante cuarenta y dos años frenéticos. Locura e inspiración hasta el final. Como debe ser.

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