En efecto, cualquier persona podría escribir e ilustrar su propio libro siguiendo el modelo que nos propone Juanjo Sáez: escoger las canciones que han marcado tu vida y explicando las anécdotas y los recuerdos asociados a ellas. Aunque publicar algunas de estas vivencias suponga ponerse en evidencia. “En aquella época pensaba que el hardcore era como el thrash metal pero mal cantado y mal tocado porque los discos sonaban maqueteros y los grupos no metían solos de guitarra. Nos reíamos de los grupos de hardcore punk, pero después te haces mayor y te das cuenta de que esa gente era auténtica y comprometida. El tiempo no nos dio la razón en este caso”.
Le comento al artista nacido en La Sagrera (Barcelona) que el dibujo que más me ha sorprendido es uno que relaciona una gran colección de discos con un cementerio, teniendo en cuenta que él es un melómano reconocido. Juanjo lo justifica así: “La música ha vuelto a ser algo inmaterial que no necesita de soportes. Es de todos y del intérprete. Antes la gente se aprendía las canciones y las cantaba; la música era un bien común y popular. El coleccionismo de discos, libros o cómics es una enfermedad provocada por la industria y por el sistema capitalista”. Después de este apunte de cariz ideológico, volvemos al desarrollo inicial del dibujante punk, el que busca constantemente la inmediatez de su trazo y de su texto. “La primera idea es la que queda plasmada en el papel. Si no lo he expresado correctamente tacho la palabra y ya está, pero el tachón queda ahí. No me gusta revisar lo que he escrito porque pierde valor. En el fondo sigo haciendo lo que hacía al principio: fanzines”.
Ya para acabar, pongo sobre la mesa su conexión con Javier Mariscal, tanto en actitud como en estilo, y Juanjo Sáez me da la razón. “Mariscal me sirvió de energía para avanzar. Él fue el primer artista punk y yo soy de su escuela”.
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