Woodstock: retrato de una generación
Especiales / MICHAEL LANG & BARON WOLMAN

Woodstock: retrato de una generación

Tomás Crespo — 28-07-2016
Fotografía — Baron Wolman

A mediados de junio, coincidiendo con el Festival Mad Cool, dos "leyendas" del rock pasaron por Madrid. No nos referimos a Neil Young y a The Who. De hecho, ni siquiera hablamos de músicos. Aún así el apelativo de "leyendas" está más que justificado, pues nos referimos dos personas cuyo trabajo ha marcado en gran medida el devenir de la música popular anglosajona (y por extensión de todo occidente) durante el último medio siglo.

Michael Lang y Baron Wolman son, por derecho propio, historia viva del rock. El primero como responsable de organizar un evento que definiría a toda una generación y serviría como aglutinante de toda la explosión cultural que se vivió en EEUU durante los años sesenta: el festival de Woodstock. Tres días de paz y música que cambiarían la forma en que la sociedad percibía la música juvenil y que serán el referente eterno del festival por antonomasia. Y el segundo porque estuvo allí y retrató lo que ocurría como probablemente ningún otro compañero. No en vano, Wolman venía ejerciendo como director artístico de la revista Rolling Stone desde su primer número, cuando aún era un expresión libertaria de la naciente contracultura. Aprovechamos su paso por el festival madrileño (donde se albergó una exposición producida por Reel Art Press con algunas fotos inéditas del mítico evento) para charlar con ellos sobre aquellos años dorados y el impacto que Woodstock tuvo en su recorrido profesional y en sus vidas.

Baron, siendo aún niño tu padre fue destinado a Berlin occidental, ¿tengo entendido que tus primeras fotografías datan de aquella época?
B.W.
: Sí, pero por aquel entonces era sólo un hobby. Ni siquiera tenía una buena cámara. Pero fue cuando comencé a profesionalizarme. Recuerdo que justo cuando comenzaron a construir el muro tomé unas fotografías que acabaron siendo publicadas en un periódico. ¡Y me pagaron por ello! Así que no debía hacerlo tan mal (risas). Siempre digo que esos fueron mis primeros pasos, por que comencé a cobrar por lo que hasta entonces tan sólo era un hobby. Por eso cuando volví a Estados Unidos decidí dedicarme plenamente a ello

¿Cuándo y cómo empiezas a fotografiar a músicos y conciertos?
B.W.
: Bueno, estamos hablando de EEUU en los años 1966 y 1967 ¡Había bandas por todas partes! Una auténtica explosión. Primero estuve viviendo en Los Ángeles y después me trasladé a San Francisco, al centro de todo en aquel momento. No había un día sin que hubiera un concierto gratuito en plena calle…

"Aquellos años fueron maravillosos, ¡Había bandas por todas partes! Una auténtica explosión"


¿Cómo empiezas a trabajar para Rolling Stone?

B.W.: En San Francisco conocí a Jann Wenner (fundador de la revista) y me propuso ser el director de fotografía de la revista. Creo que había visto mi trabajo y le gustaba. Piensa que en aquella época no era nada del otro mundo, era sencillamente un revista hippy más. Yo acepté sobretodo porque me dio plena libertad para hacer lo que quisiera. Cualquier punto de vista era valido. No había ninguna regla. Ya en el primer número planteé una fotografías muy poco convencionales. ¿Sabes cual fue mi primera sesión de fotos para Rolling Stone?

Pues la verdad es que no…
B.W.: ¡The Who! Claro que entonces eran aún unos chavales ingleses que no conocía nadie. Aquellos años me permitieron conocer y fotografiar a muchísima gente interesante.

Sin embargo, lo dejas relativamente al poco tiempo, apenas tres años (67-69), ¿Por qué?
B.W.: No me gustaba la dirección que estaba cogiendo la revista. Y dejó de resultarme excitante. Para mi ser fotógrafo tiene que ver con reflejar personas y situaciones que me interesan. Disfruto haciendo fotos a grupos y músicos porque me inspiran y es mi forma de devolverles algo a cambio por su música. Aquellos años fueron maravillosos, había mucha libertad. Pero de repente todo cambio. Casi de la noche a la mañana, los grupos comenzaron a hacerse inaccesibles. No por ellos sino por todo lo que les rodea: discográficas, managers, roadies. Supongo que a los grupos les seguiría dando igual, pero su séquito empezaba a ponerte las cosas muy difíciles. Ya no te permitían acercarte a ellos ni tomar fotografías en cualquier momento. Empezaron a querer controlarlo todo… y así seguimos. La sesión de fotos que hice con The Who en el 67 hoy sería imposible. Veremos si me dejan acercarme a ellos… (Nota: no sólo se acercó, sino que se fundió en un emotivo abrazo con Pete Townshend).

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