Ecuador: Un popurrí que estalla
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Ecuador: Un popurrí que estalla

Carla Vera — 30-12-2015
Fotografía — Archivo (Nicolá Cruz)

 

Ecuador. Florecitas silvestres que perfuman montañas. Viento que canta en el páramo. Lluvia espesa en la selva, aire salado en el mar. Como sus paisajes variados, su música. Como la nieve y la arena cerca, a pocos kilómetros de distancia, sus escenas. Como sus colores y sabores, sus ritmos y cánticos. Como sus volcanes, su música: activa, creciente, a punto de erupcionar.

La escena local independiente de este pequeño país localizado en la mitad del mundo es efervescente, es como si estuviese metida en una olla de presión. Su crecimiento se delata en los álbumes que han visto la luz este año, en su ambición, en su innovación, en su adopción de ritmos contemporáneos mezclados con las raíces y con la mirada intr

Ecuador. Florecitas silvestres que perfuman montañas. Viento que canta en el páramo. Lluvia espesa en la selva, aire salado en el mar. Como sus paisajes variados, su música. Como la nieve y la arena cerca, a pocos kilómetros de distancia, sus escenas. Como sus colores y sabores, sus ritmos y cánticos. Como sus volcanes, su música: activa, creciente, a punto de erupcionar.

La escena local independiente de este pequeño país localizado en la mitad del mundo es efervescente, es como si estuviese metida en una olla de presión. Su crecimiento se delata en los álbumes que han visto la luz este año, en su ambición, en su innovación, en su adopción de ritmos contemporáneos mezclados con las raíces y con la mirada introspectiva del ser.

Los sonidos que nacen en Ecuador son como ingredientes. Si se imagina a un mercadito repleto de frutas exóticas que se mezclan con especias y tubérculos, verduras y mariscos, se puede imaginar cómo es la cocción de discos en el país. Cómo es la experimentación que da resultados eclécticos. Cómo es la convivencia con lo histórico y lo moderno. Cómo son los coloridos contrastes para los sentidos.

En esta entrega se muestran cinco discos que reflejan esa búsqueda, ese retorno a las raíces, unos evidentes; otros, no tanto…

 

 

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Mateo Kingman

"Respira"

(Autoeditado, 2015)

Un rugido energético que pone a bailar, eso es "Respira", el álbum debut del compositor ecuatoriano Mateo Kingman. A ratos nostálgico, a ratos potente, en el recorrido sonoro de once canciones se encuentran contrastes melódicos y líricos. En el disco, lo electrónico se fusiona con lo orgánico, con lo acústico, creando un oxímoron musical: armonía caótica. Una propuesta ecléctica que estalla.

En los cuentos cantados hay elementos como el aire, el agua... Animales como pájaros y panteras. Fueron las vivencias del quiteño en la Amazonía ecuatoriana (Mateo vivió durante varios años en Macas) las que inspiraron la composición de los temas. "Lluvia", por ejemplo, es un tema que habla –de cierta manera- del cambio climático. “Hasta el pueblo se satura, la selva se sulfura” dice la letra. Es una suerte de protesta cantada, una conversación con la madre tierra, una petición para que el agua empape la selva, el suelo.

El viaje se inicia con "Sendero de monte", una canción melancólica decorada con un seductor intro de guitalele y samples electrónicos. En "Mi pana (pala y machete) ft. Guanaco" y "Sonido popular" hay más rasgos de hip hop. "Ragasónico ft. Toño Cepeda" es la canción más rockera del disco.

"Respira" es un disco dinámico que sube y baja los ánimos. La linealidad se rompe con rugidos y sonidos selváticos que enganchan hasta al oído más escéptico.

 

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