El regreso de Bueno explicado por él
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El regreso de Bueno explicado por él

17-12-2014
Fotografía — Archivo

Perros, santos y refranes

Tras cinco años de silencio, Javier Vallina regresa con su proyecto Bueno para firmar un segundo álbum –“Perros, santos y refranes”- a la altura de las expectativas que marcara en su debut “9 canciones minúsculas, un huracán y un millón de lunares” (NadaBueno, 2009). “Perros, santos y refranes” nos devuelve a uno de los grandes creadores asturianos, en un trabajo multicolor alejado del intimismo desgarrador de su primera entrega y con apuntes notables que deberían situarle en un lugar de privilegio en ese cada vez más inaccesible panorama estatal. La prueba en directo se abre en Oviedo el viernes 19 de diciembre en la sala Nuncajamás y prosigue en La Felguera en la Telva el sábado 20 de diciembre con la vista puesta en una continuidad por toda España de uno de los proyectos más estimulantes y consistentes que Asturias ha alumbrado en los últimos años.

-Han transcurrido cinco años desde el primer elepé, la pregunta es clara: ¿por qué tanto tiempo entre este trabajo y el anterior?

¡UFF, al pregunta del millón! El disco estuvo a punto de convertirse en leyenda urbana. Mucha gente me estuvo preguntando durante este período de tiempo: “¿Qué, el disco para cuándo?”. La respuesta siempre era la misma: “El disco saldrá cuando tenga que salir”. La idea era tratar de plasmar una vez más las canciones tal y como yo las tenía en la cabeza y no pensar que en el futuro pudiera empezar a pensar que habría cambiado esto y lo otro. Después de quedarme tan a gusto con el disco anterior, no era cuestión de precipitarse. Tuvo que ver con mimar los aspectos de la producción y con cuidar todos los detalles. También hay que tener en cuenta que no comencé la grabación inmediatamente después de editar el anterior disco, y que este trabajo previo tuvo vida en directo y en discos con otros músicos… un poco de todo. Y, además, una parte importante a tener en cuenta es que es, otra vez, autoproducido y eso implica mucho esfuerzo, tiempo, una inversión económica importante, además de compatibilizarlo con una vida normal fuera de la música, con temas personales, con circunstancias laborales, viajes, etc.


Visto con frialdad, sí fue un proceso largo, pero escuchando el resultado, se nota que tuvo el mimo y el cariño adecuado.

Hacer discos no es fácil…al menos, hacerlos como yo quiero que se hagan. Entono un poco el mea culpa también, puesto que me gusta mucho el trabajo en estudio y puedo ser un poco pesado en ciertos detalles. Pero todo tiene que ver con el resultado, con escuchar las canciones dentro de un tiempo y tener claro que no cambiaría nada. Ver cómo la obra resiste bien el paso del tiempo es algo en lo que pienso demasiado cuando planteo una grabación y no sólo hablo de la música, también del diseño, de los videoclips, de los directos, etc.

-Se aprecia un tono diferente entre este segundo álbum y el debut. ¿Crees que es así?

Sí, creo que sí. El disco guarda un estilo respecto al anterior, pero, como bien dices, tratado de otra forma, con otro tono y con el foco puesto en otros aspectos. En esto tiene que ver también el trabajo de Ángel Doménech en tareas de producción, que, en mi opinión, ha sido muy importante, así como el de Sergio Rodríguez en la mezcla, para pelear que todo sonara en el lugar adecuado. Continúa el espíritu del anterior trabajo, pero, en este caso, hay una vuelta de tuerca, una evolución natural y un estilo más manejado y definido. Pero no definitivo, porque, al margen de estilos y modas, siempre debe haber una evolución natural en lo que haces.

Este disco es más rápido, construido más sobre las guitarras eléctricas y con canciones más pop y que buscan un poco más la luz. El anterior fue de descubrimiento y sobre el andamiaje que proponían las guitarras acústicas y las canciones más reposadas.

-El tono del debut era el de alguien devastado; éste parece el de alguien que, a pesar de las trabas, trata de ver la luz al final del túnel, ¿no?

El primer disco tenía unas letras más melancólicas y un tono musical más íntimo que lo envolvía todo y que, en su traslación al directo, se convirtió intencionadamente en electricidad y energía. De esa sonoridad salen estas canciones, más luminosas y con una temática y un tono más positivo.

-Uno de los aspectos más conseguidos es -en mi opinión, y ya creo que marca de la casa- el insertar las letras en las canciones sin que nada chirríe en ningún momento, algo bastante extraño en el panorama actual del pop español. ¿Cómo trabajas este aspecto? ¿Te cuesta mucho conseguir esa fluidez?

Pues, me alegra que me digas esto… con las letras tengo cierta inseguridad y, en realidad, creo que no tengo ningún método concreto. Lo que mejor me funciona y siempre procuro es hacer la música y las letras a la vez. De alguna manera, hay varias ideas siempre rondando la cabeza y en un momento chocan en mi cerebro. Me siento a escribir e intento resolverlo en el menor tiempo posible. Una vez transcurre ese período, conservo un porcentaje alto de esa primera idea y voy realizando algunos ajustes. Pero no hay un trabajo obsesivo con las letras, porque lo que se puede escuchar en el disco es un tanto por ciento muy alto de las primeras versiones de las letra y de las canciones escritas. A mí a veces me sorprende que salgan las cosas tan rápido y que aguanten varios días sin caerse. Pero, supongo, que a nivel inconsciente hay un trabajo previo que no se controla, donde las letras se van ordenando y redondeando. Con las letras vengo de grupos como Los Mancos, una banda en la que se cuidaron siempre las letras y casi podría decir que mal mirados a mediados de los 90s cuando imperaban las formaciones cantando en inglés. Soy muy fan de las letras que hacía Boni Pérez para Los Locos. De todas formas, creo que tengo mucho que aprender en éste y otros muchos sentidos, intentando no perder la frescura –no en la temática, más bien en la forma de hacer las cosas- que yo creo que es algo que también funciona.

-En lo musical hay momentos barrocos pero que están siempre bastante tamizados, otros, sin embargo, son mucho más directos y guitarreros. Parece que, en el panorama actual, se han perdido las guitarras vitaminadas y, sin embargo, Bueno recurren mucho a ellas. ¿Se ha domado cierto tipo de pop en España?

En el disco hay muchas guitarras, más de las que parece… muchas guitarras y muchas pistas de todo. Ha sido un poco locura enfrentarse a la grabación, construir y domar tantas capas. Pero ha sido algo intencionado, buscar otras sonoridades que hasta el momento no había podido usar como arreglos de cuerda, vientos, piano, etc. Además, hay un trabajo importante con los coros. La idea era darle a las canciones lo que yo escuchaba en la cabeza y tratar de buscar ese sonido sin renunciar a él. No tengo tan claro que las guitarras hayan perdido protagonismo, pero, de ser así, responde a una idea de dejar crecer cada canción y darle lo que necesitaba cada una para funcionar.

-Ahora llega el momento de salir a la carretera y parece que eso de conseguir conciertos fuera de Asturias se está convirtiendo en una misión imposible. Parece que cada vez es más fácil grabar y más difícil tocar en directo, ¿no?

Sí, grabar y editar es relativamente fácil. Lo complicado es darle vida a ese disco a lo largo del tiempo y mantenerlo funcionando sin presupuesto para promoción. Ahora los discos más que nunca se mueren pronto, tienen una inercia inicial que hay que intentar aguantar, pero que cada vez es menor porque la música se escucha, se consume y se promociona de otra manera. Una vez editas un disco, hacer la promoción y buscar fechas es más complicado y más si vas a pleno pulmón. Habrá que inventar algo…

-Dándole vueltas de cuerda, te inventaste una primera presentación, en el local de ensayo, para unos privilegiados, una especie de “jornada de puertas abiertas”…

Sí, lo llamé genéricamente “la mugre del pop”. Convoqué a la gente que le apeteciera venir a través de las redes sociales, solo dieciséis porque el local de ensayo no daba para más, y les invité a presenciar una mezcla de ensayo y concierto en directo… un pequeño happening en el que la gente baja al “taller” del artesano y contempla el proceso. Porque la verdadera parte creativa está en el proceso de montar las canciones, más que en el concierto como resultado final.

-Y ya que hablamos de conciertos, anticípanos algo de cómo van a ser esas primeras presentaciones en Oviedo y La Felguera.

En estas, tal y como hicimos en la del pasado 29 de noviembre en Madrid, vamos con una banda de cuatro músicos: batería, bajo, guitarras y voces. Será un directo enérgico y, aunque predomine el repertorio del nuevo disco, habrá, lógicamente, tiempo para las canciones del anterior trabajo. A la hora de grabar los discos, trato de pensar en hacer las canciones independientemente del directo, no me apetece dejar de trabajar en el estudio un tema porque en directo falten recursos para interpretarlo. El disco se escucha y vive de una manera. Y los directos de otra, tienen un componente y viven más de otra energía, por lo que también las canciones tienen que sufrir cambios. La idea es que se respete la esencia de las canciones, pero se presenten con otra vuelta de tuerca. Luego, al tratarse Bueno de un proyecto personal, buscaré la posibilidad de preparar distintos formatos para aumentar las posibilidades de dar directos. Ya he estado trabajando las canciones de diferente manera y con distintas formaciones para poder hacer conciertos de Bueno solo, en dúo, con carácter más acústico, eléctricos.

Manolo D. Abad

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