Midnight Vultures
Discos / Beck

Midnight Vultures

9 / 10
Borja Duñó — 28-12-1999
Empresa — Universal Music
Género — Rock
Fotografía — Archivo

¿Quién podía imaginar, hace unos meses, que Beck conseguiría superarse con su nuevo disco? Dejando a un lado los anecdóticos «One Foot In The Grave» y «Stereopathetic Soulmanure» y el secundario «Mutations», la discografía relevante de Beck es una trayectoria ascendente imparable que empieza con el sorprendente «Mellow Gold», pasa por el magnífico «Odelay» y tiene su culminación en el flamante «Midnite Vultures».

Parecía que la gesta de «Odelay» dejaba el listón demasiado alto, pero Beck lo ha superado con creces gracias a un oportuno golpe de timón orientado hacia la música negra. De esta forma, Beck consigue driblar cualquier atisbo de estancamiento y se reinventa a sí mismo tomando lo mejor del soul, la música disco y el hip hop, para llevarlo a su terreno y sorprender una vez más con un nuevo cambio de rumbo.

El resultado es un disco bailable (escuchen el primer single «Sexx Laws»), con bajos funkies terriblemente groovies, secciones de viento que citan el sonido Motown, partes de falsete que emparentan a Beck con Prince, letras con contenido sexual («quiero hacerlo contigo y con tu hermana», exclama en «Debra») y un mayor gusto por la electrónica.

Que quede claro que «Midnite Vultures» es un álbum de género y, como tal, el más homogéneo de Beck. Sin embargo, la cantidad de música que contiene cada uno de los cortes es tal que «Midnite Vultures» se erige como el mejor monográfico sobre la historia de la música negra que se ha publicado hasta la fecha (Beck cita desde Marvin Gaye a Prince, desde Stevie Wonder a Jimi Hendrix). ¿Querían un genio de los noventa? Pues ya lo tienen.

Un comentario
  1. As it happens, I live in the Chicagoland area. It's been some time since I've been to SJC, but I have to say I found the lugrity there wooden, VERY wooden. Something has been lost in the decades long dis-use of the Tridentine Mass, for I remember my fondness for it and the devotion it kindled in me. I don't know how else to put it, but when I've assisted at Tridentine Masses over the past few years, my impression is of correctly programmed robots going through the motions. What is worse, these robots are very pleased with their own correctness. Something is missing, but what?

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