El debut de este dúo canadiense levantó encendidos elogios en 2010: En el vídeo de “Facelove” uno se encontraba a dos jóvenes freaks -el cantante tocando una extraña guitarra y haciendo los bajos con un pedal marciano- con mucho gusto para el neoindie low-fi. La fórmula pareció agotarse con su segundo trabajo, y Paul Saulnier, guitarrista, cantante y mitad de PS I Love You, se ha inspirado en su salida del pueblo de toda la vida (Kingston) en busca de nuevos horizontes creativos.
El tercer disco del dúo que completa Benjamin Nelson (batería, voces), está, de todas formas, dedicado explícitamente “a los que se quedan”, frase polisémica que puede interpretarse como tributo a aquellos fans fieles que se mantienen a su lado en tiempos en los que todo (especialmente, los grupos) va demasiado deprisa.
Por primera vez, los de Kingston han grabado en un estudio de verdad (Bathhouse, en su localidad natal de Kingston, ironías de la vida), y con tiempo de sobra (algunas de las canciones nacieron directamente allí), lo cual contribuye a una deliberada sensación de dispersión y confusión.
La huella del pop alternativo norteamericano desaliñado e introvertido (Dinosaur Jr, Yo La Tengo, Hüsker Dü) sigue estando en el corazón de su sonido (“In My Mind At Least”, “More of The Same”), pero aquí hay más inquietudes sonoras, que se suman a sus letras de frustraciones adolescentes: guitarras densas, moogs y teclados analógicos, cortesía del productor Matt Rogalsky -truco de estudio para una banda de dos, por cierto-. Aunque la acústica “Bad Brain Day” funciona pese a ese bombo mil veces escuchado en los últimos diez años, los nuevos aires de la canción que da título al trabajo, no terminan de cuajar. Enmiendan la pájara que afecta a la parte central del disco volviendo a lo suyo, en un movimiento que deja buen sabor de boca, pero que no les asegura diferenciarse significativamente del pelotón de bandas afines.
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